viernes, 7 de febrero de 2014

El cine comprometido entra en la alfombra roja de la Berlinale con el gigante Forest Whitaker

EFE



  • El actor estadounidense se mete en la piel de un preso en libertad condicional converso al islam en Nuevo México.

  • Whitaker interpreta un personaje arrinconado y humillado: "Una expresión de muchos acosos a la vez".

  • El film, 'Two Men in Town', está dirigido por Rachid Bouchareb que ya ha estado presente en la Berlinale en dos ocasiones más.

  • 'Jack', filme alemán en el que se encuentra otro personaje acosado, y '71', que plantea el conflicto norirlandés de 1971, también abordan temas sociales.


Forest Whitaker


El cine comprometido irrumpió este viernes en la Berlinale con Forest Whitaker en la piel de un preso en libertad condicional converso al islam en el árido Nuevo México, compartiendo jornada con dos duros filmes sobre el conflicto norirlandés y la Alemania de la precariedad social.



Fueron tres formatos de denuncia −la del argelino-francés Rachid Bouchareb, el alemán Edward Berger y el francés Yan Demange−, de seres acosados que tratan de hacer las cosas bien o enderezar su vida en un entorno que les condenó de antemano.



La voie de l'ennemi, título original en francés para un filme que discurre en inglés y español y que es una revisión de Two Men in Town (1973), coloca a un contenido Whitaker contra las cuerdas, recién salido de prisión tras 18 años entre rejas por el asesinato de un policía y tráfico de drogas.



"No trato únicamente de trasladar la problemática de la islamofobia a Nuevo México. Ése es solo un aspecto del perfil aparentemente contradictorio del negro americano que quiere reconstruir su vida", apuntó Bouchareb, tras el pase del filme.



"Un negro, con pasado criminal, convertido al islam, en quien se se ve a un presunto terrorista, a quien se arrincona y humilla: ese es el personaje creado por Rashid. Una expresión de muchos acosos a la vez", explicó el actor respecto a un papel que le sitúa a millas del servicial empleado de la Casa Blanca que representó en The Butler (El mayordomo).



El filme del director argelino-francés, quien ya compitió en la Berlinale en 2001 con Little Senegal y con London River, en 2009, incide efectivamente en otras formas de acoso, como la de los inmigrantes ilegales en EE UU, extorsionados por las redes de tráfico humano y criminalizados por la policía.



Ni el "sheriff" (Harvey Keitel) ni su antiguo patrón (Luis Guzmán) dejarán a Whitaker reconstruir su vida, por encima del apoyo de la funcionaria (Brenda Blethyn) a cuya custodia queda o la hermosa mexicana (Dolores Heredia) de la que se enamora.



"Es un personaje decidido a redimirse, tras haber calmado su alma por la vía del islam. Sólo que con ello añadió un prejuicio más a los muchos que ya le acompañaban", indicó Bouchareb, quien incluyó ese aspecto religioso en su revisión de Two Men in Town.


Otros filmes


El gigante Whitaker impactó en la Berlinale, en una jornada en que se presentó el primer filme alemán a concurso, Jack, una película apuntalada en un niño (Yvo Pietzcker) que protege a su hermano menor y cuida además de una madre postadolescente sin oficio conocido y muchos novios pasajeros.



Jack es otro personaje acosado que trata de hacer lo correcto, incluso de adaptarse al centro de acogida asignado por los servicios de asistencia social que lo separan de su madre, y que topa con todo tipo de hostilidades, declaradas o no.



El filme de Berger discurre como una guía de Berlín y también de la Alemania precaria de hoy, entre adultos desbordados e incompetentes y chicos obligados a ser adultos.



Jack encaja perfectamente en uno de los ejes temáticos preferentes de la presente Berlinale, el de los menores en situación de conflicto, se desmarca del género, para muchos insufrible, de la "película con niño" y tiene la virtud de presentar una situación límite sin caer nunca en la lágrima fácil.



La tercera película a competición, 71, trasladó la Berlinale a un conflicto, el norirlandés, en 1971. Un escenario que tal vez queda algo fuera de la agenda cinematográfica y política actual, pero que el francés Demange retoma con valentía.



Su ser hostigado es un soldado británico, Jack O'Connell, que en la confusión de los disturbios desatados al paso de su patrulla cae en territorio de nadie o de todos: la línea divisoria de un barrio a merced de comandos paramilitares, protestantes y católicos.



La cámara de Demange se mete en las entrañas de esos disturbios, desde la perspectiva múltiple del pánico del soldado, de las mujeres norirlandesas que pasean a sus hijos en el cochecito entre vehículos ardiendo, de los norirlandeses que buscan que la situación estalle y de los que tratan de rebajar la tensión.



El director francés ejerce un dominio absoluto de la situación en el aspecto cinematográfico, mientras la situación se desborda para el soldado hostigado, incluso desde su bando, el británico.





















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