miércoles, 19 de febrero de 2014

La historia del guerrillero colombiano que murió en un bombardeo mientras tocaba en el acordeón “La reina” de Diomedes Diaz

IMAGEN 13318296 2 La historia del guerrillero colombiano que murió en un bombardeo mientras tocaba en el acordeón La reina de Diomedes Diaz


Pedro Parra, segundo comandante del frente 53 de las Farc, ordenó secuestros y extorsiones en 2013.


Las notas del vallenato Tú eres la reina se dispersaban por la geografía selvática de la vereda Monserrate, zona rural de Cubarral (Meta). Parejas de guerrilleros bailaban al son del acordeón que los dedos de Pedro Laín Parra Suns, alias ‘Jhon 26’ o ‘Magnate’, animaban el jolgorio en el campamento.

De pie y con aire animado en el rostro, el segundo comandante del frente 53 de las Farc observaba el movimiento del Florino italiano, su acordeón favorito, mientras un improvisado cantante alardeaba con las letras del éxito de Diomedes Díaz. En una mesa, tres botellas de whisky Old Parr y cajetillas de cigarrillos Marshall completaban el pertrecho de los participantes en la parranda.

La fiesta fue interrumpida por el sonido de un avión que sobrevoló raudo el campamento.

Minutos después, un estruendo estremeció la tierra y los árboles a cuya sombra se acogían. La música dejó de sonar. Los bailadores se dispersaron y ‘Magnate’ alcanzó a dejar el acordeón para tomar su fusil M-4 con mira telescópica. La explosión levantó un hongo de fuego y humo que abrasó la tupida vegetación. Apoyados por un sistema de localización por satélite, aviones Supertucano de la Fuerza Aérea sobrevolaron la zona y descargaron bombas de 200 kilos.

Las cargas impactaron los dos campamentos en los que permanecían 15 guerrilleros del frente 53, que horas antes se habían reunido para preparar la celebración del cumpleaños de su jefe.

Las instalaciones saltaron por los aires, el fuego que se levantaba derritió en segundos las carpas de plástico, de color verde oliva, que cubrían las estructuras de madera. Algunos guerrilleros murieron de inmediato. Los que salieron a correr no lograron evitar que las explosiones los lanzaran por los aires.

Ayudados con lentes de visión nocturna, miembros de un comando élite de la Dirección de Inteligencia de la Policía (Dipol) avanzaron en medio de la oscuridad. Varios focos de pequeñas llamas ardían, señalando el epicentro de la operación. En su recorrido, fueron encontrando los cuerpos de varios guerrilleros y partes de otros, diseminados en varios metros a la redonda.

El oficial que coordinó el operativo detuvo sus pasos a menos de un metro de dos cuerpos que se encontraban boca abajo, muy cerca de varias ollas de comida y víveres empacados. Uno de los comandos iluminó el sitio con un sistema portátil de luces. Los dos cuerpos fueron volteados, uno de ellos presentaba una avanzada calvicie, un bigote le bordeaba los labios superiores y una hendidura le dividía el mentón. El investigador sacó del bolsillo de su uniforme un sistema de reconocimiento fotográfico y de video y comparó las imágenes que descargó, con el rostro del hombre, que tenía quemaduras en la nariz y las mejillas.

“Es él. No hay duda”

Marcó con un teléfono satelital a la Central de Operaciones de la Dipol en Bogotá y entregó el parte de los resultados de la operación Normandía 2: “Para reportarle que ‘Jhon 26’ ha sido abatido con otro de los jefes del frente 53; hemos encontrado varios cuerpos, armamento largo, radios y dispositivos electrónicos, con información para analizar”.

El investigador ordenó cumplir los protocolos judiciales para evacuar los cadáveres en helicópteros e incautar el armamento, la munición, un computador, memorias USB, radios y un GPS.

El ‘Magnate’

Oriundo de El Castillo (Meta), Pedro Laín Parra cumplió 31 años de vida el 22 de diciembre pasado. Había sacado de una caleta 10 millones de pesos para celebrar con vallenatos y música norteña, sus preferidas. Había ingresado a las Farc cuando tenía 15 años.

El contacto con esa guerrilla se dio un día en que, asomado a la puerta de la finca donde vivía con sus padres, observó un grupo de guerrilleros que avanzaba por la polvorienta vía que lleva a una de las veredas. Con la mirada fija, siguió detenidamente los fusiles que colgaban de los hombros de los subversivos.

Salió corriendo y se puso al lado de uno de ellos, tratando de tocar el fusil. El guerrillero lo miró y le preguntó qué quería. Él no se intimidó con la pregunta y aligeró el paso, hasta que el grupo se perdió en la espesura. Seis meses después fue reclutado por el frente 26, en el que había menores de 18 años, como él. Fue cocinero, coordinador de guardia, mensajero y cargó las consolas de la emisora de radio Ondas de la Resistencia.

“Su habilidad para manejar dinero le permitió ganarse la confianza de los jefes del frente 53, que le encargaron recolectar el dinero producto del secuestro y extorsiones en el Meta y el sur de Cundinamarca”, dijo el oficial que dirigió el operativo.

Laín Parra diseñó un sistema de cobros en coordinación con el ‘Zarco Aldinever’, jefe del interfrente del Ariari. Las extorsiones a ganaderos, empresarios del transporte, comerciantes, agricultores, empresas de lácteos, concesionarios de vehículos, restaurante y almacenes de artículos digitales iban de 50 a 1.000 millones de pesos. Cuando los dueños o gerentes de las empresas se demoraban con los pagos, ‘Jhon 26’ ordenaba colocar una bomba contra las instalaciones, quemar vehículos y realizar atentados con sicarios, contratados a bandas delincuenciales.

Para unificar acciones y métodos de los cobros, ‘Aldinever’ creó la compañía de finanzas Sandino Ávila, adscrita al frente 53; dispuso una logística administrativa y armada, que puso bajo el mando del jefe guerrillero. El manejo de las millonarias sumas de dinero le dio poder dentro del grupo armado, en su morral cargaba cerca de 50 millones de pesos, con los que organizaba fiestas en la zona, a donde llegaba a acampar con 60 guerrilleros de su seguridad. Mandaba un estafeta al pueblo más cercano para contratar grupos musicales y prostitutas, y comprar licor.

“Empezó a destacarse por los lujos que se daba, vestía uniformes camuflados americanos que mandaba traer de Panamá, hacía subir a los campamentos a muchachas adolescentes de Granada y El Castillo, para que bailaran en las fiestas, y organizaba desfiles en trajes de baño. Les pagaba cinco millones de pesos para que participaran en las fiestas. Los guerrilleros le decían ‘Magnate’ ”, asegura el investigador.

La intimidación, las amenazas y los atentados con bombas fueron técnicas que utilizó para presionar los pagos de extorsiones, como lo hacía, a mediados de los años 90, el ‘Negro Antonio’, comandante del frente 44, quien se convirtió en el terror de las poblaciones del centro y sur de Cundinamarca.

El celular

Durante tres años, un equipo élite de la Dipol empezó a seguirle los pasos. Un computador incautado durante una operación contra Antonio José Montoya Forero, alias ‘Giovanni’ o el ‘Diablo’, miembro del estado mayor del bloque Oriental, permitió a los investigadores conocer detalles del destino de los millonarios pagos, recolectados por ‘Jhon 26’, los cuales ascendían a 9.000 millones de pesos anuales.

“En los documentos archivados encontramos que llevaba doble contabilidad. Parte del dinero obtenido por secuestros y extorsiones la invertía en la compra de fincas y tierras en Meta y varios municipios de Cundinamarca, que escrituró a nombre de varios familiares. Por lo menos 5 millones de dólares hacen parte de la fortuna personal que dejó. Para no despertar sospechas entre el ‘Zarco Aldinever’ y ‘Giovanni’, sus jefes, compraba armas y material de intendencia para otros frentes del bloque Oriental. Los sostenía”, dijo el investigador.

Durante las parrandas que animaba con acordeón y guacharacas, ‘Jhon 26’ se emborrachaba y maltrataba a sus jefes de seguridad, de quienes desconfiaba. A uno de ellos, alias ‘Duberney’, lo degradó de su cargo, y mandó retener a Carolina, su compañera sentimental. Mediante una fuente humana, destacada en El Castillo, el guerrillero entró en contacto con un oficial de inteligencia de la Policía a quien le ofreció entregarle información sobre los desplazamientos y las rutas por donde el jefe guerrillero se movilizaba, entre Lejanías y la Uribe. El gobierno del presidente Santos ofrecía 400 millones de pesos de recompensa a quien entregara información sobre su paradero.

“Vengo a decirle todo lo que sé sobre ‘Jhon 26’. Soy uno de sus jefes de seguridad y quiero ganarme la recompensa”, le dijo el guerrillero al oficial.

El subversivo le entregó un teléfono celular utilizado por ‘Jhon 26’, con el que llamaba a comerciantes para extorsionarlos. Los investigadores de la Dipol copiaron la información contenida en la simcard y acordaron con ‘Duberney’ que su compañera sentimental llamaría cuando arribara a un campamento. En la mañana del 22 de diciembre entró una llamada al teléfono que tenía el investigador. La información recibida daba testimonio de que ‘Jhon 26’, acompañado de Luis Alberto Giraldo Díaz, alias ‘Rigoberto’, cuarto cabecilla del frente 53, y 15 guerrilleros más estaban en la vereda Monserrate, de Cubarral, y de que habían instalado un campamento para permanecer hasta el 27 de diciembre. También, del número de guardias de seguridad, que lo alertarían sobre los movimientos de la Fuerza Pública en la zona.

Corroboradas las coordenadas de ubicación del campamento y de una vivienda que el jefe guerrillero utilizaría como zona de descanso, se preparó la operación. Aprovechando que ‘Jhon 26’ animaba la fiesta en la noche, interpretando a ritmo de acordeón las canciones del Cacique de La Junta, Carolina aprovechó para fugarse. A las 3 de la madrugada, los aviones Supertucano de la Fuerza Aérea comenzaron el bombardeo.

“‘Jhon 26’ pensaba que nunca iba a ser ubicado y alardeaba de haber sobrevivido a varias operaciones militares. Murió en su ley, secuestrando, extorsionando y tocando acordeón, creyéndose un cantante vallenato”, dijo ‘Duberney’.

‘Jhon 26’ hizo parte del grupo de cuatro jefes guerrilleros a quienes Mauricio Jaramillo, alias el ‘Médico’, comandante del bloque Oriental y negociador de paz en La Habana, había encargado del Plan 20-10 de las Farc, que consistía en la retoma del páramo de Sumapaz e iniciar un escalonamiento de acciones terroristas e infiltración de movimientos sociales y ONG para copar de nuevo el departamento de Cundinamarca, con los frentes 7, 53, 56 y 40.

Los hallazgos en el computador personal del jefe guerrillero, en 4 memorias USB, 3 memorias micro SD y 33 simcards, han revelado a los analistas e investigadores los planes de las Farc para consolidar el trabajo ideológico, político y militar hasta el 2016, para los departamentos de Cundinamarca, Meta y Guaviare.

JOSÉ GREGORIO PÉREZ

ESPECIAL PARA EL TIEMPO


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