jueves, 24 de septiembre de 2015

Orlando Bloom: "Legolas me hizo crecer como persona"

HÉCTOR LLANOS MARTÍNEZ

  • El actor británico habla sobre su pasado como un joven muy inquieto, su familia y sus deseos profesionales.
  • Hace unos meses debutó en Broadway como protagonista de una nueva versión de Romeo y Julieta, y asegura que "le encantaría repetir sobre las tablas".
  • Ahora trabaja en una idea para una posible serie de televisión y asegura que también "le gustaría hacer un musical".
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Orlando Bloom

Apenas había aparecido en un par de series de televisión cuando el británico Orlando Bloom fue seleccionado para interpretar a uno de los elfos de la saga El Señor de los Anillos. Compaginó la adaptación de las novelas de J. R. R. Tolkien con otra de igual éxito, la de Piratas del Caribe, encarnando al célebre Will Turner. Ahora confirma que vuelve a rodar en Australia la quinta entrega de la franquicia de aventuras en alta mar, con la que asegura haberse metido alguna vez en líos con los estudios (Disney) por hablar antes de la cuenta sobre lo que va a ocurrir en pantalla.

Ambos personajes ocuparon buena parte de su carrera y, aunque ninguno de los dos han desaparecido de manera definitiva de su vida, a partir de 2007 Bloom decidió dedicarse a formar una familia con la modelo Miranda Kerr, con quien tuvo un hijo, Flynn, dos años antes de divorciarse en 2013. A pesar de su fama, hay muchos y muy sorprendentes detalles de su vida desconocidos por el gran público.

El actor ha confesado haber sido demasiado aventurero y arriesgado cuando era joven. A los 21 años se partió la espalda al caer desde un tercer piso mientras intentaba acceder a la terraza de un amigo saltando de tejado en tejado. Los médicos pensaron que no volvería a caminar nunca, pero su fuerza de voluntad en las sesiones de rehabilitación contradijeron ese fatal diagnóstico. Ahora practica pilates por necesidad más que por moda, para mantener en forma una espalda llena de tornillos, y asegura colaborar con UNICEF para devolver de algún modo todas las cosas buenas que la vida le ha dado.

Lleva el apellido del novelista sudafricano Harry Saul Bloom, conocido por su activismo a través de sus textos en contra de la segregación racial en su país. El escritor falleció cuando Orlando tenía solo 4 años, y fue más tarde cuando su madre le confesó que su padre biológico era el académico Colin Stone, quien desde entonces ha ejercido como tal. A pesar de regresar a la saga de aventuras que no hace tanto abandonó, su carrera está lejos de estancarse, ya que ahora no busca las mismas cosas como actor que las que perseguía hace 15 años, afirma.

Hace unos meses debutó en Broadway como protagonista de una nueva versión de Romeo y Julieta, de William Shakespeare, y confiesa que no le importaría pasar más tiempo sobre las tablas. También está desarrollando una idea para una posible serie de televisión que lo tiene ilusionado como un niño, confiesa. El mejor consejo se lo ha dado la propia vida: "Nadie puede evitar los obstáculos en el camino, ni si quiera los más poderosos, así que debemos convertirlos en oportunidades".

¿Cuántos huesos se ha roto hasta ahora?
¡Perdí la cuenta hace tiempo! Mi problema con la espalda fue en realidad una gran oportunidad a muchos niveles vitales. Durante casi una semana me insistían en que no volvería a andar jamás, aunque siempre tuve la creencia de que no sería así. Me dieron el alta en 12 días y tuve que irme a casa. Pasaba el tiempo y los exámenes médicos seguían sin certificar al 100% que fuera a caminar, pero algo en mí decía que lo haría. Por supuesto, esa situación me enseñó lo afortunado que soy, sin caer en las frases hechas, simplemente por poder moverme con libertad o tener la oportunidad de recuperarme.

¿En qué cambió su vida?
Me forzó a mirar lo que hacía desde otra perspectiva, a bajar el ritmo. Es muy probable que esa fuera la causa por la que luego me he interesado por cosas como la meditación o el budismo. Además, desde que nació mi hijo tengo un sentido más profundo de la familia y paso más tiempo con los míos. En esa época vivía en Londres y era un torrente de energía. Estaba lleno de entusiasmo, pero estaba tan ocupado haciendo cosas que al final me perdía las que de verdad son importantes. El accidente me dio coraje para afrontar el futuro.

Hace unos meses se estrenó en las salas estadounidenses con una versión grabada del Romeo y Julieta que protagonizó en Nueva York. Una forma curiosa de combinar cine y teatro.
No estaba muy seguro de que se fuera a transmitir a través de la pantalla la esencia que vivimos cada día en directo. Pero era una forma de que quedara registro de un trabajo en el que me sentí especialmente realizado. Disfruté mucho haciendo de Romeo, porque trajo muchas experiencias nuevas a mi carrera. Fue la primera vez que interpretaba un texto de William Shakespeare y la primera vez que actuaba en Broadway. Me enganchó tanto que estoy deseando repetir cuanto antes. De hecho, estoy teniendo algunas reuniones en Londres y he hablado con algunos directores en Nueva York para volver a hacer teatro pronto. Mi profesión es tan abierta que nunca sabes qué es lo que te va a apetecer hacer en un futuro. La clave está en encontrar el personaje adecuado en el momento que lo necesitas. Por ejemplo, ahora mismo me gustaría hacer un musical, y también me apetecería interpretar un texto teatral inédito, de algún autor contemporáneo. Ojalá salga.

Regresa a Piratas de Caribe de forma breve. ¿Cómo se sintió cuando dejó de ser un personaje tan querido como Will Turner?
Disfruté mucho esa etapa porque estaba actuando con mi ídolo de infancia, Johnny Depp. Cuando terminé fue un momento interesante en mi vida. Pasaron muchas cosas en poco tiempo. Me casé, tuve un hijo y me divorcié. Fue un periodo en el que abandoné algo la profesión para centrarme en la familia que estaba formando. Luego aparecieron El Hobbit y el teatro, así que fue una oportunidad de dar un giro dentro de cierta estabilidad. Ahora regreso porque me siento como en casa y para que mi hijo, que ya tiene 4 años, pueda vivir de algún modo esa experiencia.

Cuando no trabaja invierte su tiempo en viajar. Ha llegado a visitar incluso la Antártida. Muchos de esos viajes cuentan con una motivación solidaria.
Colaboro con UNICEF como embajador de buena voluntad desde hace 8 años, lo que me permite no solo conocer lugares, sino también la situación social que se vive en ellos. ¿Quién no aprovecharía algo así? Hace poco estuve en Jordania, en la frontera con Siria, y de nuevo, como ocurrió con mi accidente, fue otra de esas experiencias que te abre los ojos. Es bueno que suceda algo así varias veces en la vida, como recuerdo constante. Pasé un tiempo en el segundo campo de refugiados más grande del mundo, un lugar donde se amontonan personas cuyas vidas han sido alteradas de forma dramática en medio de un conflicto bélico. Intento aportar todo lo que puedo a UNICEF: colaborar con ellos me reporta una riqueza infinita.

¿Qué otros destinos ha visitado en ese contexto?
Liberia, donde se enfrentan a la epidemia del ébola y el trabajo a pie de calle de los voluntarios es imprescindible para salvar vidas. Es necesario educar a la población mayor en la zona, que sigue estancada en viejos hábitos que no les hacen ningún bien. Por ejemplo, cada vez que un miembro de la familia fallece, realizan un ritual para 'lavar la muerte' que en realidad solo sirve para que la enfermedad se propague entre la familia. La educación es en estos momentos tan importante como la asistencia sanitaria.

Su padre escribía a menudo sobre Sudáfrica y el apartheid. ¿Está en contacto con esa cultura?
Sí, fue una de las razones por las que acepté participar en Zulu, una película que rodé con Forest Whitaker en Cabo Verde. Un tema preocupante es el de jóvenes en edad escolar de los que abusan sexualmente. Es un país muy bello y, a pesar de las cosas horribles que pasan allí, es un lugar en el que puedes encontrar mucha esperanza. Estoy convencido de que Nelson Mandela tiene mucho que ver con eso. Contagió a su gente la forma positiva y constructiva que tenía de ver las cosas. Es emocionante comprobar cómo el desarrollo de un país está tan conectado a una persona.

Da la sensación de que le han pasado demasiadas cosas en la vida como para que la fama pueda cambiar su forma de ser.
Me gusta pensar que la fama no me ha cambiado mucho. La celebridad es una experiencia inusual, pero si mantienes a tu gente cerca no tiene por qué convertirte en otra persona. Tuve suerte con mi primer papel en el cine, en El Señor de los Anillos, un personaje muy positivo, un ejemplo de superación que puede inspirar a la audiencia. Me gustaría ser como él. Creo que tener que interpretarlo de una forma creíble, componer el personaje incluso en una postura física concreta, me hizo crecer como persona. Esas son el tipo de oportunidades que me alegra haber tenido gracias a este mundo del espectáculo.












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