jueves, 30 de enero de 2014

Otorgar aumento solo del salario mínimo nivela los sueldos a la baja

Los sueldos deberían incrementarse según la productividad, dicen los expertos del área


Jesús Hurtado | ÚN.- Yadira Narváez está que no cabe en sí de contenta. Al ganar sueldo mínimo, Yadira cobrará hoy su primer sueldo con el aumento de 10% decretado por el presidente Nicolás Maduro a principios de mes. Pero su felicidad no es extensible a sus otros cuatro compañeros de trabajo, quienes por devengar un salario superior no recibirán el alza despachada vía decreto.Es más, con cuatro años en la oficina y sin ningún tipo de formación académica, la secretaria rasa gana a partir de este mes un sueldo que apenas se ubica 80 bolívares por debajo del que recibe Evelia Medina, una compañera con 20 años de experiencia y un título al que no ha podido sacar provecho, pues por mucho que ha buscado le ha sido imposible ubicarse como TSU en Administración de Empresas. La insatisfacción no se queda solo en los empleados. Como dueño de la pequeña consultora gerencial donde laboran Narváez y Medina, Antonio Silva asegura que será imposible aumentar el sueldo a sus cinco empleados. Los ingresos de la compañía se han reducido fuertemente, lo que frena cualquier intento de extender el beneficio a todo el personal. Situaciones como esta se han hecho más que comunes en la Venezuela de hoy, en la que desde el gobierno del extinto Rafael Caldera no se produce un aumento general de sueldos y salarios y en la que las alzas decretadas desde el Palacio de Miraflores solo han favorecido a quienes devengan la remuneración mínima. ¿Las consecuencias? Que quienes devengan el menor sueldo establecido legalmente ya ganan casi lo mismo que un trabajador calificado o un profesional que ingresa al mercado laboral, una situación que ha desvirtuado las políticas de sueldos de muchas empresas y amenaza con nivelar a la baja al trabajador venezolano. Lo eventual se hizo habitual Es innegable que la política de aumento del salario mínimo que emprendió desde el inicio de su gobierno el fallecido presidente Hugo Chávez dio un giro a este indicador. Sin embargo, lo que pareció una estrategia puntual se convirtió en la regla. “Lo primero que hay que tomar en cuenta es que los aumentos de sueldo no deberían ser unos decretos, sino ser consensuados entre gobierno, empleadores y trabajadores”, señala la experta en sociología del trabajo Genny Zúñiga, quien afirma que ha sido un grave error hacer del sueldo mínimo el indicador por excelencia para medir la salud de la política salarial. Explica que, en teoría, el salario mínimo debe servir para determinar el sueldo de entrada de quienes ingresan al mercado laboral, pero no para determinar la base de todos los sueldos y salarios que devengan los trabajadores venezolanos. Al respecto, y en concordancia con la opinión de Zúñiga, el especialista en derecho laboral Iván Acosta afirma que el aumento del salario mínimo se ha convertido en el puntal de la política laboral del gobierno, estrategia que obvia a un importante porcentaje de la masa trabajadora nacional. Cálculos de diversas consultoras en la materia y datos de voceros del gobierno apuntan a que el alza del salario mínimo solo beneficia a entre 40% y 42% de la población trabajadora, por lo que cerca de 60% de los empleados no califican para un aumento que ya perdió su condición de impulsor del resto de la escala salarial. Todos para unoSi en algo están de acuerdo tirios y troyanos es en que esta estrategia ha creado desequilibrios que cada día son más notorios. “Los trabajadores que están por encima del salario mínimo tienen derecho a no ser discriminados, porque en teoría se estaría perdiendo el concepto de progresividad del salario contemplado en la Constitución y en la Ley Orgánica del Trabajo”, afirma Carlos Sainz Muñoz, corredactor del nuevo texto legal que regula la actividad laboral en el país. Al reiterar que esa suerte de segregación laboral viola el ordenamiento jurídico, Sainz Muñoz estima que parte de la subsanación de esta deficiencia recae en los sindicatos y gremios profesionales, encargados de solicitar a través de contrataciones colectivas (en el primer caso) y tabuladores salariales (en el segundo caso) el aumento de sueldo que requieren quienes se ubican en los renglones medio y alto de la escala. Al concordar con Sainz, el consultor en materia laboral Hildemaro Infante indica que de mantenerse la previsión de solo aumentar el sueldo básico, se corre el riesgo de desestimular la preparación y adiestramiento del trabajador raso, lo cual incide directamente en la productividad. “Si los salarios se igualan hacia abajo, a la larga se pierde el estímulo por prepararse e incluso por superarse que debe guiar a todo trabajador”, afirma Infante. Cuesta arriba Los analistas consultados coinciden en afirmar que pocas son las posibilidades que tienen las empresas venezolanas de ofrecer un aumento general de salarios, pues todos los sectores de la economía acusan cierto grado de crisis que afecta sus finanzas. “Es poco probable que las empresas puedan ofrecer aumentos similares a los otorgados en 2013, cuando las alzas fueron incluso mayores a lo estimado inicialmente, en parte para ayudar a los trabajadores a sortear los embates de la inflación”, asegura Acosta, quien recuerda que, en promedio, la empresa privada aprobó el año pasado incrementos de entre 40% y 45%. Pero esa bonanza parece estar llegando a su fin, pues según los cálculos iniciales, los negocios apenas podrán soportar las alzas del salario mínimo que con seguridad serán anunciadas en el segundo trimestre del año. “Las compañías están sobreviviendo, tratando de ver cómo se mantienen sin cerrar y no podrán atender todas las necesidades de sus trabajadores”, acota Zúñiga, también profesora e investigadora de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab). De ello sabe José Manuel González, pequeño empresario y presidente de la Cámara Nacional de Talleres Mecánicos (Canatame), quien asegura que este tipo de empresa sufrirá un fuerte revés en sus finanzas, toda vez que es costumbre en el sector dar a todo el personal aumentos proporcionales a los otorgados por decreto presidencial. “Eso va a significar una fuerte carga para las empresas, pero es necesario, pues si no los obreros menos calificados pronto estarán ganando tanto como un trabajador especializado”, explica González.Sin embargo, otros no podrán hacerlo. “No estamos en condiciones de llevar el aumento a todos. Eso pondría en riesgo a toda la empresa”, afirma el consultor Antonio Silva, quien estima que no podrá retener a aquellos empleados que por mejorar sus ingresos decidan buscar empleo en otra firma. ¿Cómo complacer al personal?Si para los trabajadores el no beneficiarse del aumento del salario mínimo es una complicación, para las empresas no es menos complejo buscar mecanismos alternativos para paliar la situación. “Las empresas grandes y transnacionales, por equidad y fuerza financiera, mueven el tabulador completo cuando hay aumento de sueldo mínimo. Los profesionales de libre ejercicio tienen sus tabuladores, pero las pequeñas y medianas empresas, que son las más numerosas, llevan la peor parte, porque no tienen alternativas para retener al personal”, dice Acosta, quien comenta que a lo sumo pueden ofrecer paliativos como cajas de ahorro o expandir el ticket de alimentación.Zúñiga, por su parte, dice que tampoco es fácil encontrar empleo en medio de una crisis económica generalizada, que provoca una contracción de la oferta o, en el mejor de los casos, impide la creación de todos los puestos de trabajo necesarios para absorber a los noveles empleados. Ello, según Zúñiga y Acosta, promueve la migración de trabajadores calificados y profesionales a otras áreas de la economía que pueden asegurar mejores ingresos, en especial hacia el comercio y los servicios personales y sociales, únicos sectores con capacidad real de expansión. Como alternativa, la socióloga cree que solo la flexibilización de los controles (de cambio y precios) permitirá un incremento de la producción, única vía posible para poder retomar, en el futuro cercano, el otorgamiento de aumentos salariales generales y cónsonos con la realidad de una economía inflacionaria como la venezolana.Infante, por su parte, estima que hasta tanto el gobierno no diseñe una política salarial que permita la creación de empleo de “buena calidad”, el alza de la productividad y que facilite la movilidad laboral, se seguirá estrechando la brecha que hasta ahora premia con un mejor salario a quien se ha esforzado en prepararse.


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