Fue una patada la que lo sacó de las canchas y cuando lograba sobreponerse y casi que salía a flote, fue una patada, pero ahora del destino
Willmer Poleo Zerpa.- Fue una patada la que lo sacó de las canchas y cuando lograba sobreponerse y casi que salía a flote, fue una patada, pero ahora del destino, la que se encargaría de darle el golpe definitivo.Fue una discusión tonta, sin sentido, de esas que ocurren a diario en el tráfico o en los establecimientos nocturnos y que son atribuibles más bien a la presencia de licor excesivo en el torrente sanguíneo. Que si yo estaba primero, no que primero estaba yo, que si debes esperar tu turno, que deja el atore, que si aquí nadie es rey.Pero así son de crueles las patadas del destino. Ocurren cuando menos te lo imaginas y son asestadas a la persona seleccionada, sin distinción de raza, profesión, género o edad.El petrolero. Jhonny Perozo acababa de cumplir los veintinueve años de edad y el último equipo con el que jugó en el campeonato de primera división venezolano fue el Zulia FC, oncena conocida como el “buque petrolero”. Ya antes lo había hecho con el Carabobo FC. En ambos equipos se desempeñó con gran soltura como defensor central o volante de primera línea. Una lesión en el tobillo, producto de una patada, lo alejó de las canchas, pero ya estaba de regreso, aunque todavía no como jugador, sino como director del club de fútbol de Campo Lara, e igualmente se la pasaba entrenando chamitos en su natal Lagunillas.Y fueron precisamente los vecinos de esa comunidad rural de la Costa Oriental del Lago los que lo vieron crecer dándole patadas a cuanta perola se encontraba por las calles y luego haciendo maravillas con el balón en el estadio Antonio Mollejo. ¿Quién es ese negrito que se mueve tan bien y corre tan rápido y con tanta versatilidad?”, preguntó una vez un empresario que visitaba las instalaciones deportivas, acompañado de varios extranjeros que estaban de visita en Venezuela.Pero Jhonny Perozo no sólo era un muy buen deportista, sino que quienes lo conocieron lo definen como todo un caballero, un hombre respetuoso, decente, buen amigo y una gran persona.Actualmente combinaba las prácticas del fútbol con la albañilería, pues era un hombre que le metía a todo.Discusión necia. Ese viernes estuvo todo el día trabajando en la casa de la tía de sus amigos Jaime Alberto Tei y Carlos Díaz, ambos de veintiocho años de edad. Ya llevaban más de una semana en eso. Cuando ya se marchaban decidieron que era un buen día para tomarse unas cervezas.Llegaron a la casa de los hermanos a eso de las ocho de la noche, se bañaron, se cambiaron y se tomaron varias cervezas. Luego salieron para el club social y deportivo, ubicado en la calle principal de Campo Lara, que era el sitio predilecto de ellos, pues casi siempre iba pura gente conocida y era un lugar acogedor.Cuando llegaron, el local ya había cerrado sus puertas al público y sólo continuaba funcionando para los clientes que quedaban dentro. Había dos hombres que trataban de convencer el portero para que los dejara entrar y, ante la negativa, se habían quedado parados a un costado de la entrada. Estaban como decidiendo para dónde iban a coger a esa hora para continuar la farra, porque habían quedado picados. Ya eran las cinco de la mañana.Pero como los encargados conocían a Jhonny Perozo, los dejaron entrar. Se ubicaron en una de las pocas mesas disponibles, que estaba muy cerca de la puerta. El calor era agobiante y contra él nada podían hacer los ventiladores instalados en el techo, así como uno grande que habían puesto en uno de los rincones.Casi que no se podía escuchar lo que se conversaba, porque todos hablaban al mismo tiempo, por lo que tenían que gritar y, para colmo, la música era ensordecedora y cada vez que ponían un vallenato eran varios los que se ponían a cantar a todo gañote.Sin embargo, Jhonny se percató de la discusión en la puerta y escuchó que estaban hablando de él y de sus amigos. “Ah, ellos son reyes y tienen corona y por eso sí los dejan entrar”, dijo uno de los hombres al portero.“No, no somos reyes, lo que pasa es que conocemos a todo el mundo aquí, somos clientes de este local desde hace mucho tiempo y todo el mundo nos conoce”, le dijo Jhonny, tras intervenir en la discusión a favor del portero.Uno de los hombres fue hasta su camioneta, que había dejado cerca del lugar, y al ratico regresó con una pistola en la mano. El portero vio cuando venía y entró corriendo para avisarle al dueño para que llamasen a la policía. Pero en eso el hombre entró al local. Se dirigió directamente hacia la mesa en la que se encontraba Jhonny con sus amigos, que era la que estaba más cerca de la entrada.Jhonny lo vio venir y lo reconoció al instante. Se imaginó lo peor. El hombre tropezó con una silla y casi que se cae al piso. Desafortunadamente no se cayó. Quizás eso hubiese evitado el fatal desenlace.Los disparos comenzaron a sonar en medio de la algarabía que de inmediato cesó. Todos corrieron en busca de protección y se metían debajo de las mesas, a pesar de no saber lo que estaba pasando. Jhonny recibió un balazo en la cara y otro en el pecho y cayó encima de la mesa. Carlos cayó al piso y todos creían que estaba herido, pero sobrevivió al ataque y las balas apenas si lo rozaron. Sin embargo, Jaime también fue alcanzado por una bala cuando intentaba evadir la agresión. Ambos murieron en el sitio.Luego del velorio, los cadáveres de Jhonny Perozo y su amigo Jaime fueron llevados en hombros al Antonio Mollejo, el engramado que tanto se deleitó con la versatilidad del “petrolero”. Decenas de niños, jóvenes y adultos casi que aguantaban la respiración para no estallar en llanto, bajo el sol inclemente que al mediodía tornábase más agresivo. Un pito sonó en tres ocasiones y fue la orden para que tres balones que estaban frente a los ataúdes fueran pateados con rabia en dirección a la portería. El llanto no se hizo esperar y arreció aún más cuando el hijo mayor de Jhonny fue hasta allá y se quedó agachado, llorando, acariciando una de las pelotas, como en señal de despedida a su padre.El Cicpc subdelegación Ciudad Ojeda está encargado del caso, pero hasta ahora no ha dado con el responsable. Se rumoraba que el asesino estaría enconchado en el estado Lara.
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