Con paso arrollador, la selección Colombia fue uno de los cuatro conjuntos que logró el “pleno” (tres victorias en tres presentaciones) en la fase de grupos de Brasil 2014, junto con Holanda, Argentina y Bélgica.
Un total de nueve goles anotaron los guerreros colombianos en la primera fase, registro solo superado por los 10 de Francia.
La defensa se mostró sólida en la fase de grupos. Lo que se suponía era el punto débil de nuestros vecinos se ha convertido en una fortaleza: tan solo dos tantos han recibido.
Carlos Sánchez, Abel Aguilar y Alexander Mejías han estado muy afinados en la contención, cortando balones a granel y repartiendo juego a las bandas, mientras que Cristian Zapata ha sustituido muy bien al lesionado Luis Amaranto Perea en la parte central de la zaga.
Pero la más grata sorpresa del sistema defensivo ha sido Mario Alberto Yepes. El capitán, ya rozando los 40 años, ha callado las bocas que decían que su lentitud y veteranía le jugarían en contra en la máxima cita del deporte.
Al contrario, ha sido todo un titán: impasable por juego aéreo e inteligente y oportuno para hacer los cruces, cortes y barridas cuando es necesario.
La ofensiva ha sido ordenada y fluida, con una chispa de picardía y magia que Juan Guillermo Cuadrado y James Rodríguez, la figura del Mundial, han sabido aportar.
Adelante Teo Gutiérrez y Jackson Martínez han tenido la contundencia para resolver jugadas y el juego colectivo y asociado para involucrar a los volantes en los avances ofensivos.
Y, no menos importante, la escuadra que dirige José Pekerman ha mostrado al mundo que su plantilla es muy larga: si se llegase a lesionar Gutiérrez, por ejemplo, hay al menos tres variantes que pudieran incorporarse a la alineación en la delantera: Adrián Ramos, Jackson Martínez y Carlos Bacca.
Lo mismo pasa en el resto de las líneas. Colombia, con ocho recambios, venció 4-1 a Japón para asegurar la punta del Grupo C.
La “aplanadora” tricolor asoma ya como uno de los fuertes candidatos a optar por los cuatro primeros puestos de la tabla en el certamen. Algunos son más optimistas y se atreven a pronosticar que estarán en el partido definitorio en el mítico estadio Maracaná.
Notas para mejorar: a pesar de las mieles del éxito, existen amenazas
Ojo. No todos comparten la premisa que reza que Colombia estará en la final, o que tiene grandes opciones de ganar la Copa del Mundo. Los dos principales argumentos de esta corriente de pensamiento son los siguientes:
1) La ausencia de Radamel Falcao por lesión. El pasado mes de enero, el mejor delantero colombiano de la actualidad sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior en su pierna izquierda, lo que le quitó toda posibilidad de estar en la cita mundialista.
Muchos piensan que, sin Falcao, Colombia no tendría mayores dificultades para avanzar a los octavos de final (cosa que terminó sucediendo), pero en las instancias de eliminación directa, donde el nivel de la competencia aumenta y las defensas se cierran, el talento individual de Falcao, en una jugada de inspiración, sería echado de menos por el equipo de Pékerman.
Y…
2) La calidad de los rivales que ha enfrentado la selección en la fase de grupos. Si bien Grecia, Japón y Costa de Marfil son rivales de cuidado, quizá no sean la mejor vara para medir el verdadero potencial de Colombia.
Ambos puntos son válidos. Pero es digno de resaltar las condiciones en las que se superaron a los tres mencionados rivales.
Grecia es una selección conocida por su férrea defensa. Con Fernando Santos como técnico, la obsesión por dejar el arco en cero que tenía su antecesor Otto Rehhagel (ganador de la Euro 2004 con los helenos) desapareció; pero eso no quiere decir que el nivel de la zaga griega sea bajo. De hecho, es una unidad muy efectiva.
A ese equipo que hoy dirige Santos, Colombia le metió tres goles que pudieron ser más. No hubo un momento en que quedara en duda la victoria cafetera.
Un caso similar ocurrió con Japón, un equipo que avanza y se supera a sí mismo mundial tras mundial y que lamentablemente no mostró su mejor cara en Brasil 2014. A ese Japón, que contó en sus filas con estrellas como Keisuke Honda, Yuto Nagatomo y Shinji Kagawa, Colombia lo derrotó con un inapelable 4-1.
Con Costa de Marfil, en el segundo partido, la situación estuvo más cuesta arriba. Ese 2-1 con el que se impusieron los suramericanos a los africanos demostró varias facetas del juego colombiano. En primer lugar, se probó que se puede defender un resultado a capa y espada cuando el flujo del partido lo amerite. Además, quedó demostrado que Colombia puede hacerle partido a equipos con mucha velocidad y potencia física.
Pero también se pudo ver a la selección defendiendo muy atrás y cediendo balón e iniciativa a su rival. Son apuntes que el entrenador debe tener en cuenta para más adelante, porque así como Costa de Marfil no lastimó, otros equipos más talentosos y completos pudieran hacerlo si se les da las herramientas.
Panorama prometedor
A pesar de las ya mencionadas amenazas o falencias que pudiera presentar la oncena neogranadina, es claro que el potencial para jugar los siete encuentros existe y está latente.
Todo el pueblo colombiano, desde la Guajira hasta el Amazonas, desde Bucaramanga hasta Bogotá y desde Barranquilla hasta Cartagena, esta soñando despierto con un posible título Mundial.
Se debe ir paso a paso. Colombia, en su historia mundialista, nunca ha pasado a cuartos de final, y la primera cita es con Uruguay este sábado en los octavos.
Si se supera ese duro obstáculo (aún sin Suárez Uruguay representa un serio desafío), y se la planificación se lleva partido a partido, el sueño podría convertirse en realidad.
Andrés Chávez / @andres_chavez13
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