En junio pasado, al comienzo de la temporada, los cálculos de la NOAA preveían una actividad menor de lo normal
EFE | ÚN.- La temporada de huracanes de este año en la cuenca atlántica, que termina oficialmente el próximo domingo, ha sido "relativamente tranquila, tal como se predijo", y supone nueve años consecutivos sin que un ciclón azote Florida, algo que sí resulta "extraordinario", resaltó un meteorólogo. "Ha sido una temporada relativamente tranquila", pero lo que sí es "sorprendente" es que en los últimos nueve años ningún ciclón haya impactado las costas de Florida. Eso es todo un récord", dijo hoy a Efe Dennis Feltgen, meteorólogo y portavoz del Centro Nacional de Huracanes (CNH), en Miami, dependiente de Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA). En junio pasado, al comienzo de la temporada, los cálculos de la NOAA preveían una actividad menor de lo normal, con la formación de entre ocho y trece tormentas tropicales, de las cuales entre tres y seis iban a llegar a huracanes, y uno o dos de ellos iban a ser de categoría mayor (3, 4 o 5 en la escala Saffir-Simpson). El vaticinio fue exacto: hubo ocho tormentas tropicales, de las que seis se transformaron en huracanes y dos de ellos, Edouard y Gonzalo, fueron de categoría mayor, 3 y 4, respectivamente. Feltgen expresó su deseo de que esta larga racha de Florida alejada del foco de los huracanes "dure diez años o más", pero eso, reconoció, "no es realista", ya que tarde o temprano esa "casi costumbre va a terminar". "No sabemos si va a continuar esta buena racha en 2015, pero tenemos que asumir que no para que nadie piense que no puede pasarle o que no ha pasado y arriesguen sus vidas", puntualizó el experto del CNH. Precisó además que este fenómeno inusual de escasa actividad ciclónica no anticipa necesariamente el final de un ciclo intenso de huracanes, como alguien podría inferir, tras las dos últimas temporadas tan benignas. Esta tranquila temporada echa también por tierra algunos equívocos, por ejemplo: que la presencia en el Pacífico del fenómeno "El Niño" es un factor determinante para la inhibición de la formación de tormentas en el Atlántico. De hecho, este año no se verificó el fenómeno de "El Niño" y hubo una escasa formación de tormentas en la cuenca atlántica. El factor decisivo fue, en opinión del meteorólogo, la "acción de los vientos cortantes en las capas superiores de la atmósfera en los trópicos". "Una combinación de condiciones atmosféricas influyeron en la supresión de la actividad ciclónica en el Atlántico, incluidos los vientos verticales y cortantes tan fuertes que se registraron", así como la baja humedad del aire a lo largo de la cuenca atlántica, explicó en un comunicado Gerry Bell, jefe del Centro de Predicción de Clima de la NOAA. El científico de la NOAA destacó que otro factor de influencia fue el "monzón del oeste africano, casi por debajo de la media", lo que hizo más difícil el desarrollo de ondas tropicales. En cualquier caso, queda el registro de tres años consecutivos (2012, 2013 y 2014) "tranquilos y de poca actividad ciclónica", con solo dos huracanes (ninguno de categoría mayor) y trece tormentas en la temporada de 2013, lo que la convirtió en la más calmada desde 1994. El huracán Arthur, el primero de este año en la cuenca atlántica, llegó el 3 de julio pasado a Carolina del Norte (EE.UU.) y se convirtió en el primer ciclón que toca tierra en fechas tan tempranas en esa parte de la costa este estadounidense. Un fenómeno llamativo es la alta proporción de tormentas que devinieron en huracanes, todas menos dos, con dos poderosos ciclones, Edouard y Gonzalo, de categoría mayor. Aunque Edouard nunca tocó tierra, se le atribuyen dos muertes cerca de la costa de Maryland (EE.UU.) debido a las corrientes marinas que generó a su paso por aguas del Atlántico en septiembre pasado. Y a mediados de octubre, al norte de las Antillas Menores, Gonzalo se convirtió en un temible huracán de categoría cuatro, el primero de esa magnitud desde Ofelia en 2011. A punto de golpear las Bermudas, Gonzalo bajó a categoría 2 y rápidamente a 1 cuando cruzó por este archipiélago, frente a la costa este estadounidense. Finalmente, Feltgen exhortó a la población a no bajar nunca la guardia, ya que en una temporada de huracanes tranquila, como la registrada en 1992, con la formación de solo siete tormentas, un solo huracán puede causar una verdadera catástrofe, como ocurrió con el poderoso huracán Andrew. Con sus devastadores vientos de más de 252 kilómetros por hora, Andrew barrió las ciudades de Homestead y Florida City, causó 15 muertos, destruyó 25.500 casas, dañó a otras 100.000 viviendas y dejó a 250.000 personas sin techo, además de daños por 25.000 millones de dólares.
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