DANIEL G. APARICIO
- Pronto llegarán a los cines 'Diario de una adolescente' y 'Dope', una película indie y otra comercial que abordan el tema de la adolescencia con mucho acierto.
- Aunque siempre ha habido buenas películas sobre adolescentes y para adolescentes, filmes como 'Juno' han marcado un antes y un después.
- En España hay buenos ejemplos como 'Barrio' o la reciente 'Los héroes del mal'.
Un insituto o campus cualquiera de Estados Unidos. Un joven nerd sin ninguna experiencia sexual fantasea con la chica más guapa de clase, líder de las animadoras y novia del jugador estrella del equipo de fútbol. Ayudado por sus amigos, entre los que por supuesto hay un negro gracioso, consigue cumplir su sueño. Mientras, la chica más insegura y con menos estilo del insti se ha convertido en un bello cisne y es elegida como reina del baile de fin de curso.
Durante años, no hizo falta mucho más que esto para producir decenas y decenas de películas sobre adolescentes, todas fabricadas a base de clichés y estereotipos que simplificaban las inquietudes de esta etapa de la vida en un par de líneas, casi siempre cómicas, sobre la sexualidad y la marginalidad. Sin embargo, en las últimas dos décadas, el cine adolescente ha vivido una asombrosa evolución que le ha permitido escapar de los tópicos o, en ocasiones, darles una nueva y original lectura.
Este cambio se materializa en películas como Diario de una adolescente, un largometraje indie que se estrenará en España el próximo 27 de noviembre y que ya ha levantado ampollas en los sectores más puritanos de EE UU. La película, que ya lidera las candidaturas a los Gotham Awards (los premios más prestigiosos del cine independiente) aborda el tema del despertar sexual a través de la historia de Minni, una chica de 15 años que acaba manteniendo relaciones sexuales con el novio de su madre, un hombre veinte años mayor que ella.
No mucho después, el 11 de diciembre, llegará a los cines Dope, otro buen ejemplo de este cine adolescente construido con madurez e ingenio. En esta ocasión se cuenta la historia de un geek que acaba implicado, por accidente, en el mundo de la noche y el tráfico de drogas. Aunque mucho más comercial que Diario de una adolescente, la cinta ya se ha ganado las alabanzas de la crítica.
El cine adolescente, sin género definido (hay aventuras, comedias, dramas, cine social e incluso películas de terror) y siempre perdido en ese extraño y difuso territorio entre el cine infantil y las películas para adultos, ha contado con excelentes producciones en todas las épocas, joyas sobre la adolescencia como American Grafitti (George Lucas, 1973), Carrie (Brian De Palma, 1976) Rebeldes (Francis Ford Coppola, 1983), El club de los cinco (John Hughes, 1985)...
Pero fue a finales de la década de los noventa y principios del nuevo siglo cuando una serie de películas lograron que eso de tomerse en serio a los adolescentes se convirtiera en norma. Las vírgenes suicidas (Sofia Coppola, 1999) narró una historia incómoda difícil de olvidar, Boys Don't Cry (Kimberly Peirce, 1999) se convirtió en un estandarte de la visibilidad de las personas transgénero, Casi famosos (Cameron Crowe, 2000) relató, entre nostalgia, melomanía y las experiencias vitales de la adolescencia, el emocionante camino hacia la madurez, Donnie Darko (Richard Kelly, 2001) fue una rareza que se ha consolidado con el tiempo como filme de culto, Ghost World (Terry Zwigoff, 2001) retrataba la marginación y el deseo de querer encajar a dos chicas inadaptadas...
La lista es larga: Election, Caramelo asesino, Nunca me han besado... (todas de 1999). Incluso American Pie, de ese mismo año, logró darle una vuelta de tuerca, desde el humor más básico, a una serie de ideas mil veces repetidas.
De esa misma época es la española Barrio (Fernando León de Aranoa, 1998), película ganadora de tres premios Goya (dirección, guion original y actriz revelación) que relata las vivencias de tres compañeros de instituto un verano en la gran ciudad.
La inteligencia no está reñida con la juventud
Este peculiar subgénero cinematográfico fue cobrando nuevas formas e inventándose nuevas reglas con el paso de los años. En 2004, mientras Chicas malas, protagonizada por una jovencísima y aún cándida Lindsay Lohan, homenajeaba y perodiaba al mismo tiempo el cine de instituto, Napoleon Dynamite literalmente dinamitaba el género a través de una mezcla de comedia y surrealismo que se ha acabado convirtiendo en una de las obras cumbre del underground de los últimos años.
Aunque fue Juno, en 2007, la que marcó un nuevo punto de inflexión gracias a la historia de una adolescente que afronta un embarazo no deseado de una forma poco dramática y convencional. La muchacha, interpretada por una soberbia Ellen Page, revela una madurez, inteligencia y mordacidad mu poco habitual en personajes adolescentes. Su química con el coprotagonista, el también rarito Michael Cera, completa una película redonda que obtuvo no pocos premios. Ese 2007, desde el punto de vista de la comedia pura y dura, Supersalidos actualizaba con acierto los estereotipos clásicos del género.
En 2010, Emma Stone protagonizó Rumores y mentiras, una versión moderna y en clave estudiantil de La letra escarlata. Hace aún menos, en 2012, una Emma Watson que aún no se había desembarazado del peso de su papel de Hermione en Harry Potter (quizá hoy aún no lo ha logrado), se convertía en uno de los tres protagonistas de Las ventajas de ser un marginado, maravillosa historia de adolescentes que relata el período del paso del instituto a la universidad y los cambios que ello conlleva, pérdidas de amistades incluidas.
También en 2012, Josh Trank y Max Landis abordaron la adolescencia desde el punto de vista del cine fantástico y las aventuras de superhéroes en Chronicle. ¿Cómo puede afectar a un joven que no ha encontrado su lugar en el mundo el hecho de adquirir poderes sobrenaturales? La respuesta resulta inquietante.
Hace sólo un par de meses, llegó a los cines la española Los héroes del mal, otra historia protagonizada por tres jóvenes inadaptados, dos chicos y una chica, que pone el acento en la venganza y la violencia como vía de escape a la maginación social. Y en octubre, la estadounidense Yo, él y Raquel regaló a los aficionados al cine una enternecedora historia protagonizada por dos amigos y una chica con leucemia.
Pero estas películas más profundas y reflexivas sobre la juventud y el paso a la edad adulta no han hecho desaparecer otras historias más convencionales y con fines más lúdicos. De este modo, el panorama cinematográfico actual ofrece una gran variedad de propuestas relacionadas con la adolescencia: largometrajes sobre adolescentes para adolescentes, historias para adultos protagonizadas por adolescentes (como Él me llamó Malalá), otras con un toque mucho más infantil e intrascendente (como Pesadillas) e incluso fenómenos juveniles que se han acabado convirtiendo en productos para todos los públicos como Los juegos del hambre, cuya última entrega, Sinsajo - Parte 2, se estrena esta semana.
Las opciones para viajar a la adolescencia son innumerables gracias al séptimo arte.
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