viernes, 31 de octubre de 2014

Antonio Banderas: "Soy un optimista patológico"

HÉCTOR LLANOS MARTÍNEZ



  • El actor malagueño, Antonio Banderas, se enfrenta a nuevos retos profesionales detrás de la cámara con un posible regreso a la dirección y como productor.

  • "Me siento más cómodo en papeles de acción. El esmoquin apenas te da libertad de movimiento, que es imprescindible para un actor".

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Antonio Banderas


Una nueva etapa comienza para Antonio Banderas. Después de su reciente y comentada separación matrimonial de quien ha sido su esposa durante casi dos décadas, la actriz estadounidense Melanie Griffith, el malagueño se plantea nuevos retos profesionales. A punto de cumplir los 55 años, anuncia su interés por abordar más proyectos en España y en el resto de Europa, sin que eso signifique que desee abandonar su residencia en Los Ángeles ni a la industria de Hollywood. Cada vez se siente más atraído por aquellas labores cinematográficas que lo colocan detrás de la cámara. Además de un posible regreso a la dirección, Banderas continúa su camino como productor, apoyando principalmente a otros talentos españoles. Para muchos de ellos sirve como padrino ante el resto del mundo.


Así lo hizo con el madrileño Javier Recio Gracia, cuyo cortometraje de animación La dama y la muerte fue candidato al Oscar en el año 2010 gracias al padrinazgo del actor. Durante meses organizó proyecciones privadas de la película en su casa de Estados Unidos para que los miembros de la Academia de Cine de Hollywood se familiarizaran con la cinta y pudieran votar a su favor.


Con el mismo compromiso presenta ahora Autómata, la cinta de ciencia ficción del debutante Gabe Ibáñez en la que ha invertido buena parte de sus esfuerzos en los últimos tiempos. El hecho de ser el protagonista de la misma ha servido para que el proyecto, que cuenta con reparto internacional, despierte el interés más allá de las fronteras españolas. Tras su puesta de largo oficial en España, el español presentó la película en el Festival Internacional de Cine de Zúrich (Suiza), uno de los muchos países donde va a poder verse esta cinta, que supone también una despedida de la pareja formada con Melanie Griffith. Con ella comparte plano como así hiciera en la comedia Two much, de Fernando Trueba, recordada por ser la que los unió hace ya 20 años.


Defiendes con total pasión Autómata. ¿Cómo llegó la historia hasta ti?

Me topé con el guion de ese relato gracias a Elena Anaya. Me lo pasó un día, mientras rodábamos juntos La piel que habito para Pedro Almodóvar. Después de tantos años en la profesión, creo que puedo reconocer cuando alguien tiene algo importante que decir. Así que hablé con Gabe Ibáñez para que lo convirtiéramos en una película. En seguida me quedé atrapado por la seriedad con la que Gabe trata los temas de esta historia y la coherencia con la que pretendía contarla. Es un hombre que ha crecido viendo este tipo de relatos, un espectador muy formado en el género.


El presupuesto ha sido el principal obstáculo para que la película saliera adelante.

Es casi un milagro rodar una cinta de ciencia ficción de estas características con apenas cinco millones de euros de presupuesto. Todavía más teniendo en cuenta que no hemos puesto el acento en la acción sino en la historia y sus metáforas. Viajamos hasta Catar y los Emiratos Árabes para proponer que la cinta se rodara allí y buscar financiación. Tras encontrarnos con varios productores y explicar con detalle todo nuestro proyecto, recibíamos por respuesta un [imita el acento árabe] "no estamos interesados en películas de ciencia ficción". Hablábamos de Blade Runner, de Ridley Scott, como un referente para este proyecto y nos contestaban: "¿Qué película es esa?". Fue bastante frustrante y poco productivo [ríe]. Autómata podrá gustar o no, pero nadie podrá decir que es más de lo mismo. Es diferente a otras cintas del género.


Finalmente rodamos en Bulgaria. Aunque en Sofía no hay desiertos, nos las arreglamos. También hay muchas escenas que se han finalizado con arreglos digitales y partes del decorado que llegamos a recoger de la basura de los estudios, lo que sobraba de otros rodajes. Encontramos un tiburón, pero no sabíamos cómo meterlo en la historia [ríe].


Desde que comenzaste tu carrera en Hollywood, y especialmente en los últimos tiempos, se te ha relacionado con el género de acción, con títulos como Machete Kills o tu participación en la película The Expendables 3. ¿Te sientes más cómodo en este tipo de papeles?

En cierto modo sí que me encuentro más cómodo haciendo ese tipo de papeles que, por ejemplo, llevando un esmoquin. Apenas te da libertad de movimiento, lo que es imprescindible para un actor. Incluso cuando lo llevas en algún evento, toda la noche luciendo una pajarita y sin poder sentarte a comer por miedo a estropear el look. Me gusta más tirarme al barro, soy más de ese estilo. Aunque por su puesto no solo hago los papeles que me hacen sentir cómodo. Precisamente en la próxima película llevo esmoquin [ríe].


En realidad, lo que cuenta a la hora de elegir un trabajo es si hay una buena historia que contar. Además, nunca sabes lo que te espera en el rodaje. Lo que pensabas que iba a ser un paseo, se convierte en un infierno... y el papel en el que no te veías se acaba transformando en una experiencia de lo más estimulante.


En el filme de Gabe Ibáñez, tu personaje vive en un futuro cercano y, ante el panorama desolador, se plantea si debería tener un hijo. ¿Es algo que te ocurrió a ti en su momento?

No, nunca tuve esa duda. Es cierto que desde hace tiempo cuando abres un periódico o enciendes la televisión te preguntas qué le está pasando a esta sociedad, pero nunca llegué al punto de desear no traer hijos a un mundo como este. Se puede decir que soy de esas personas a las que se definiría como optimistas patológicos.


<p>Antonio Banderas</p>


No te cortas en asegurar que Hollywood ya no es lo que era. Más allá de la libertad que se disfruta, ¿cuáles son las grandes diferencias entre trabajar para los grandes estudios y rodar en Estados Unidos pero en el circuito independiente?

El dinero. Sin duda alguna. En torno al dinero ocurren un millón de cosas distintas que hacen que ambos tipos de producciones sean diametralmente opuestas aunque provengan del mismo país. Cuanto más dinero, más personas hay detrás de él. Y todas ellas tienen una opinión acerca de la película que se está haciendo. Uno que pide que la historia sea más romántica, otro quiere que haya el doble de explosiones y un tercero que el final sea feliz y edulcorado… Al final logran destruir la idea inicial y que se transforme en otra cosa completamente distinta. Hasta convertirlo todo en… Coca-Cola.


Escuchándote se podría decir que estás decepcionado con Hollywood.

Ahora mismo solo hacen remake tras remake, secuela tras secuela. Por no hablar de los reboots. Llevan años contando la historia de Spiderman y ahora hacen películas que cuentan de nuevo la historia desde el principio. ¡Es extraordinario como son capaces de alargarlo! A pesar de lo que digo, no significa que el Hollywood actual me haya decepcionado o que no me interese. Allí se sabe diferenciar muy bien lo que es industria de lo que es arte. Uso ambos mundos. En Europa nos inclinamos más por lo segundo y en Estados Unidos por lo primero. Así fue desde el principio. Desde que Méliès dio los primeros pasos en este mundo del cine. De todos modos, es imposible que en nuestro continente nos decantemos por lo comercial, por el mero hecho de que es imposible saber qué es comercial.


Entonces se trata de una cuestión de identidad.

Aquí no puede haber una sola. Desde Madrid hasta Moscú se hablan unas sesenta lenguas distintas. Además, Estados Unidos ha sabido imponer muy bien su cultura. Lo ha hecho precisamente a través del cine. República Checa está a muy pocas horas en avión de España, pero es muy difícil que reconozcamos como propios sus asuntos. En cambio lo hacemos cuando estamos en Nueva York. La primera vez que estuve allí sentía como que ya conocía la ciudad, como estoy seguro de que le ha pasado a mucha otra gente.


Tu presencia ha aportado mucho a la industria estadounidense.

He hecho muchas cosas allí. Fui uno de los primeros actores hispanos en Hollywood que interpretaba al héroe. Y estoy muy orgulloso de ello. Aún recuerdo el cosquilleo en el estómago que sentía al interpretar a El Zorro y que el malo de la película fuera un tipo rubio de ojos azules. El caso de El gato con botas es incluso más importante, porque su público lo forman los niños. Que el protagonista tenga acento es todo un logro, un paso enorme. En esa saga el villano es de Texas. Son ejemplos que rompieron todos los pensamientos anticuados y los estereotipos.


Aseguras estar cada vez más interesado en quedarte detrás de la cámara, produciendo o dirigiendo. ¿Romper esos estereotipos raciales será uno de tus objetivos desde tus proyectos en la sombra?

Lo intentaré sin ninguna duda. Pero, en el caso de mi labor como productor, eso dependerá de las ideas de los directores con los que trabaje. Mi prioridad va a ser, como ha sido en los últimos tiempos, apoyar a nuevos talentos para que hagan lo que ellos desean hacer. Que sus ideas y proyectos personales se conviertan en realidad si me estimula lo que desean contar. Para que eso ocurra en el mejor ambiente posible, hay que guiar su talento, pero dejarles toda la libertad posible.


Aun así, tu carrera como actor pasa por un gran momento. Sin ir más lejos has trabajado con Terrence Malick, director muy prestigioso pero conocido por lo particular que es rodando y lo artísticas que son sus películas.

La experiencia en Knight of Cups ha sido una locura completa. He de confesar que no tenía ni idea de lo que iba a ser rodar con él. Escribió un monólogo de nueve páginas expresamente para mí. Lo recité y lo interpreté ante su cámara varias veces y en varios lugares distintos. En cada uno de ellos me enviaba a gente a que improvisara conmigo sin informarme de ello. Eran como torpedos. Por ejemplo, en una de las versiones llegaba una mujer y me besaba y en otra aparecían una señoras y me trataban como si me conocieran de toda la vida. Había tanta libertad creativa que me sentí como si volviera a la escuela de interpretación 30 años después. Solo conocía esa parte del guion, así que imagínate de lo que me enteré de la historia.


Otra de las leyendas en torno a Malick es que deja a muchos de los actores tirados en la sala de montaje. Adrien Brody todavía recuerda haber rodado La delgada línea roja pensando que era uno de los protagonistas y descubrir el día del estreno que apenas aparecía en pantalla.

Por fortuna ya me han confirmado que aparezco en la película. De hecho, creo que mi nombre estará en el cartel.


Sus próximos proyectos


¿Cómo se siente uno en esos proyectos en los que todo el peso de una película cae sobre sus hombros?

Es duro. Sientes la responsabilidad en todo momento y es una mochila que pesa a la hora de actuar. Solo te queda dar lo mejor de ti mismo, especialmente si estás solo en ello y no tienes actor o actriz coprotagonista. Por eso, rodar The Expendables 3 fue tan divertido. Éramos tantos actores en ella que apenas aparecemos unos minutos cada uno. ¡Había tan poca responsabilidad que asumir! Fue un proyecto muy agradecido.


Rodar en Autómata con Melanie Griffith debió de ser especial. De hecho has dicho que fue como cerrar un ciclo después de haberos conocido en un rodaje.

Lo cierto es que su personaje solo aparece en parte de la película y pasó muy poco tiempo en el set con nosotros. El necesario para hacer sus escenas. Lo bonito es que necesitábamos a una gran actriz para esa parte de la historia y ella lo es. Para este proyecto he llamado a gente cercana para que me echara una mano. Así también disfrutamos del talento de Javier Bardem prestando la voz a uno de los robots o de Dylan McDermot (American Horror Story) haciendo el papel del tipo duro, el malo de la película. Es un reparto de lo más logrado y Melanie lo completa muy bien. Les debo una a todos ellos.


Hace poco Javier Bardem y Penélope Cruz protagonizaron una polémica en Hollywood por posicionarse por escrito en contra del ejército israelí en el conflicto de la Franja de Gaza. Tú siempre has preferido mantenerte en un plano más discreto en lo que a política se refiere...

Y más todavía en un asunto así. Prefiero no pronunciarme porque es algo muy muy complicado. En mi caso, considero que lo mejor es mantenerme callado y no manifestar una opinión sobre un conflicto histórico que no comprendo en su totalidad.


Uno de los sueños que has perseguido desde hace años es interpretar en el cine a otro malagueño ilustre, Pablo Picasso. ¿En qué punto se encuentra el proyecto de rodar parte de su vida a las órdenes de Carlos Saura?

En estos momentos el proyecto forma parte de un concurso de acreedores. Va a ocurrir. Solamente tenemos que esperar a que los administradores decidan cuándo la película está liberada y que vuelva a Carlos Saura. Es solo cuestión de tiempo.


Gwyneth Paltrow, tu compañera de reparto, dice que está deseando rodarla en castellano, pero parece ser que finalmente va a hacerse en inglés.

Existe la posibilidad de hacerla en francés y castellano, los idiomas en los que ocurrieron los hechos en realidad. Gwyneth Paltrow lo prefiere así y he de confesar que yo también. Pero hay que entender que Carlos Saura piense en las leyes del mercado. Y las leyes del mercado funcionan en inglés, lo que ayudaría también a que la película consiga encontrar la financiación adecuada.


Además, te has decidido a pintar para preparar el personaje.

Sí, he pintado una reproducción del Guernica entero. Los nueve metros de cuadro. Me ha llevado tres meses hacerlo y ha sido una experiencia apasionante la de colocarme ante un lienzo. Pablo Picasso lo creó sin dudarlo ni un solo instante. Ahora me resulta más impresionante. Cuando se ruede la película tendré que hacerlo otra vez de nuevo. Esa primera versión está en Los Ángeles, en el estudio del pintor que me ayudó en el proceso. Quizá algún día lo muestre... si algún proyecto solidario lo justifica, por ejemplo.




















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