CARLES RULL
- 'Vanilla Sky' o 'Cuarentena' son ejemplos de malas versiones norteamericanas.
- Abundan en comedias, aventuras, drama y sobre todo cine fantástico.
- 'El secreto de una obsesión', 'remake' de la argentina 'El secreto de sus ojos', es la muestra más reciente.
La idea de partida no es nada mala. Se trata de "volver a hacer" una obra que ya funcionó, cuya eficacia ante el público está probada. Sin embargo, aunque sea con la excusa "creativa" de realizarla para "las nuevas generaciones", lo cierto es que la magia no llega a reproducirse. En cambio, sí el peor de nuestros temores, el de crear una película malísima. En cine, cuando lo bueno —una película memorable— está hecho ¿por qué tocarlo? Incluso algunos grandes cineastas, como Tim Burton, han caído en este error más de una vez.
Sin ir más lejos, o para ser más exactos, ocho años atrás y tomando como referencia nuestra cinematografía, la sorpresa que supuso la terrorífica [Rec] fue superada por otro hecho aún más escalofriante, la horrorosa, en el peor sentido del término, versión norteamericana titulada Cuarentena (Quarantine), de la que también se atrevieron a rodar una segunda parte. El mismo cine español ha dado buena cuenta de esa peor versión de Hollywood con el infumable remake de Abre los ojos que fue Vanilla Sky, protagonizada Tom Cruise y Cameron Diaz, y que convertía en obvio y lineal todas las sugerencias del original de Alejandro Amenábar.
Uno de los mejores largometrajes argentinos de los últimos años, El secreto de sus ojos, ganador además del Oscar a la mejor producción de habla no inglesa, ha hallado recientemente su nueva e innecesaria versión con El secreto de una obsesión, con Julia Roberts y Nicole Kidman, estrenada hace escasos días en nuestra cartelera.
Son solo unos pocos ejemplos de los muchísimos que hay. Una galería de horrores y desaciertos en la que existe un consenso casi absoluto en señalar, con el dedo si hace falta, como el más infame de todos los remakes ese experimento de 1998 de "fotocopiar" plano por plano Psicosis, lo dirigió Gus Van Sant. No muy lejos le seguirían Ultimátum a la tierra (2008), El hombre lobo (2010), Godzilla (1998), The Wicker Man (2006) o Barridos por la marea (Swept Away, 2002), esta última una producción italo-británica, no hollywoodiense, con Madonna dirigida por quien entonces era su marido, Guy Ritchie.
Tampoco escaparía de los puestos más altos de este ranking El planeta de los simios (2001) de Tim Burton. Al genial cineasta parece que las musas le abandonan cuando se trata de apuntarse al binomio remake más superproducción porque, para algunos, sus versiones de Charlie y la fábrica de chocolate o Alicia en el país de las maravillas merecerían también su lugar de (des)honor.
Entre las comedias que perdieron toda su gracia al adaptarse a los nuevos tiempos encontraríamos La pantera rosa (2006), con Steve Martin en lugar del añorado Peter Sellers encarnando al despistado inspector Clouseau; Herbie: A tope (2005), con Lindsay Lohan; la sátira de Las mujeres perfectas (2004) o Arthur, el soltero de oro, versión 2011. Los musicales Fama (2009) o Footlose (2011) no corrieron mejor suerte.
El fantástico, un género poco agraciado
En cuanto a la aventura, ésta perdía emoción e intensidad en productos como El clan de los rompehuesos (2005), por gentileza de Adam Sandler; la nula épica del Conan el bárbaro (2011) con Jason Momoa; la puesta al día del clásico del cine de acción británico Get Carter (2000), con Stallone en lugar de Michael Caine; la insufrible La vuelta al mundo en 80 días de 2004; la catastrófica Poseidón (2006) o el Old Boy (2013) de Spike Lee.
Por alguna extraña razón, el género fantástico, sea en la ciencia-ficción o el terror, parece llevarse al palma en cuanto a remakes indignos. Solo cabe recordar, o mejor no, engendros como Desafío total (2012), Invasión (2007), Rollerball (2002) o la fantasía de la mitología griega en Furia de titanes (2010). Y, en materia de terror, exentas de los prometidos sobresaltos convenientemente renovados estaban los de La profecía (2006), Pesadilla en Elm Street. El origen (2010), Terror en la niebla (2005), La guarida (1999), El grito (The Grudge, 2004) o la recinnte Poltergeist (2015). Y miedo, mucho miedo da ese anunciado remake de Los pájaros y por la productora de Michael Bay.
No todos son malos
En el "arte" de los remakes también hay honrosas excepciones. Las que incluso logran mejorar el original y a veces muchísimo. Lo demostraron el mismo Hitchcock con El hombre que sabía demasiado (1956) o Cecil B. De Mille con Los diez mandamientos (1956), rehaciendo sus propias obras. También John Huston con El halcón maltés (1941), Fritz Lang con Perversidad (1945) o, siguiendo con los clásicos, Con faldas y a lo loco (1959) —versión de la película francesa de 1935 Fanfare d'amour—.
Más recientes, el western de los Coen Valor de ley (2001), los atracos de Ocean's Eleven (2001), el 007 de Daniel Craig Casino Royale (2006), los zombis de Amanecer de los muertos (2004), Terry Gilliam con sus 12 monos (1995) o Infiltrados (2006), que le dio el Oscar a Scorsese. A igual altura, a veces más, estuvieron El precio del poder (1983), La mosca (1986), La cosa (1982), Un par de seductores (1988), La invasión de los ultracuerpos (1978), el Drácula de Coppola o Por un puñado de dólares (1964) —versionando la gran Yojimbo del maestro Kurosawa—.
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