HÉCTOR LLANOS
- El actor cubano es uno de esos hijos de refugiados que han logrado triunfar en su país de adopción.
- Ama el cine y no es conformista, pero no le va la vida en lograr el éxito, asegura.
- Rozando los 60, comienza ahora a recibir los laureles de una carrera que lo ha convertido en el primer hispano capaz de triunfar en Hollywood.
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"La música es una forma de mantener contacto con mis raíces. Supongo que es el modo más sencillo que cada exiliado tiene para relacionarse con su país de origen", dice Andy García, célebre actor y no tan conocido músico. Nacido en La Habana y residente en Estados Unidos desde los 5 años, su propia vida es un relato con final feliz de entre las muchas familias que, en algún momento de la historia reciente, han tenido que buscar refugio en un país distinto al suyo. Asume que el titular de esta entrevista estará probablemente relacionado con Cuba en vez de con su trabajo, porque su país ha predominado siempre en su biografía pública, admite.
Tras abandonar sus cómodas condiciones de vida en la isla con la llegada de Fidel Castro al poder, el matrimonio García, formado por un abogado y una profesora, sobrevivió en Miami con todo tipo de trabajos. Un día fundaron una empresa de importación de perfumes que tiempo después logró estar valorada en millones de dólares y que a día de hoy algunos de sus hijos mantienen en activo.
García colaboraba en el negocio familiar hasta que se mudó a Los Ángeles buscando hacerse un hueco como actor, con la misma determinación que había visto en su hogar. A punto de cumplir 60 años, el intérprete comienza a recibir laureles por una carrera que lo ha convertido en el primer hispano capaz de triunfar en Hollywood, con clásicos como El Padrino III (1990) o Los intocables de Eliott Ness (1987) y éxitos de taquilla como la saga de Ocean's eleven.
Centrado en su labor como director, busca ahora historias más personales, sin dejar de lado proyectos comerciales como es la nueva entrega de Cazafantasmas que llegará a las salas en 2016. Invirtió más de 15 años en sacar adelante su primera película tras la cámara, La ciudad perdida (2005), al igual que dedica todo sus esfuerzos en su nuevo relato, Hemingway & Fuentes, acerca del pescador canario-cubano que inspiró la novela El viejo y el mar. Durante toda su vida, Andy García ha estado obsesionado con los sonidos de su nación. Por eso decidió aprender a tocar la percusión y el piano junto al contrabajista Cachao, compatriota y a quien ha dedicado numerosos documentales como productor.
En Locarno, dentro de la acomodada Suiza, acaba de recibir el Leopard Club Award del festival de cine de la ciudad como tributo a su trayectoria profesional. La decisión de sus padres y su éxito en el cine le han permitido viajar por todo el mundo hasta llegar a este país europeo, que es la antítesis de su lugar de origen y donde celebra su trayectoria vital.
¿Cómo afronta el reciente cambio de relaciones entre Estados Unidos y Cuba?
Nada va a cambiar en Cuba hasta que el régimen de Castro desaparezca y la gente sea libre. Hasta que eso ocurra, no voy a dejar de insistir sobre ello cada vez que se me pregunte. El embargo al país no ha desaparecido, solo se han cambiado determinadas relaciones diplomáticas. El problema en Cuba es que no ha habido cambio político. Existe una dictadura desde hace 55 años con los Castro liderando la nación sin haber celebrado ni unas elecciones populares. Cuando Fidel llegó al poder prometió restituir la democracia y la Constitución, además de convocar elecciones; todavía estamos esperando que algo así se cumpla. Si un empresario europeo decide invertir en el país, montando un hotel por ejemplo, se queda con el 70% del beneficio. El resto va para el régimen de Castro. El salario de sus trabajadores debe entregarlo al Gobierno cubano, que paga a cada uno de ellos solo el 8%. Con esa cantidad tiene que comprar bienes básicos, también controlados por el Gobierno, así que el dinero regresa a los Castro. A eso se le llama esclavitud.
Fue determinante que sus padres decidieran buscar refugio en otro país para que usted pudiera huir de algo así.
Si mis padres no hubieran tenido el coraje de viajar a un país desconocido como exiliados políticos mi vida sería muy diferente. De seguro no estaríamos teniendo esta conversación ahora mismo. Durante casi tres años vivimos en el régimen de Castro, pero pasado ese tiempo se creó una ley en la que los padres perdían los derechos sobre sus hijos en favor del Estado, así que el mío decidió que ya era suficiente y nos marchamos de Cuba. Gracias a esa decisión, yo he tenido derecho a expresarme, a escoger mis creencias religiosas y a perseguir mis sueños sin repercusiones. Uno de ellos es poder visitar algún día una Cuba en libertad.
¿Le resulta sencillo sacar adelante una película como Hemingway & Fuentes?
La última vez que quise dirigir una película necesité 15 años para lograr financiarla. Proyectos como Hemingway & Fuentes se encuentran en la esfera del cine independiente, así que tengo que recaudar yo mismo el dinero para poder sacar el proyecto adelante. Es una forma muy distinta de trabajar, porque hay que ajustar la historia a los parámetros económicos de los que dispones como director, que siempre son muy inferiores a los que desearías. A cambio me he permitido el lujo de contar para la escritura del guión con la sobrina de Ernest Hemingway, Hillary.
Por lo que cuentan muchos actores y directores veteranos, su trayectoria no sirve en el Hollywood actual.
El Padrino, Los intocables de Eliot Ness o los filmes de Robert Altman se rodaban en los 70 y los 80 en los grandes estudios. Ahora serían películas independientes. Y eso ocurre porque no existen cines de barrio. Las películas se estrenan en salas gigantescas de centros comerciales, así que hay que rodar historias que interesen también a los jóvenes y los niños para llenar todas esas butacas. No puedo controlar lo que pasa en la industria, pero sí lo que hago en mi día a día. Me despierto pensando en qué quiero hacer, en vez de en lo que los demás esperan que haga. Toco el piano todas las mañanas porque tengo mi propia orquesta con la que hago conciertos durante los veranos con las mismas personas que tocaban para el maestro Cachao. También dedico tiempo a escribir guiones para cuando pueda rodarlos.
Pero usted es conocido por ser el primer latino en haber triunfado en Hollywood superando los estereotipos.
Es fácil que te encasillen allí cuando te apellidas García. En especial cuando empecé en la década de los 70. Apenas había personajes étnicos que interpretar y me constó mucho tener mi propio agente o que me aceptaran siquiera para participar en las pruebas de casting. Pasaron siete años antes de que lograra un papel. Poco a poco fui rompiendo las trabas aceptando, claro está, personajes muy estereotipados. Cuando me llamaron para Los intocables de Eliot Ness (1987), querían que interpretara a Frank Nitti, el asesino de la película. Yo les dije que quería ser el agente George Stone. Puedo interpretar a un asesino, pero estoy más cerca de George Stone, les dije. Así que tuve que hacer muchas más audiciones de lo normal para que se convencieran. Al final conseguí el papel. Aunque, por otro lado, si estás encasillado significa una cosa: que estás trabajando.
Una de las amistades que conserva en Los Angeles es la de Mickey Rourke.
Ya no nos vemos tan a menudo, pero seguimos teniendo una fuerte conexión, forjada en nuestros años de juventud. Crecimos juntos en Miami Beach. Él es algo mayor que yo y era mi entrenador de béisbol cuando era niño. Ganamos el campeonato de la ciudad y nos hicimos amigos cercanos. Años después, cuando ya me había mudado a Los Angeles, lo vi de fondo en una película. Esperé a los créditos finales y encontré su nombre. Pregunté entre la gente del cine que conocía en la ciudad si sabían de él. Como tuvo mucho éxito con Fuego en el cuerpo (1981) lo localicé rápido y reanudamos nuestra amistad durante algunos años. Volvimos a jugar al béisbol y hablábamos mucho, pero me mudé a Nueva York. Su entorno familiar era complejo cuando era niño y estoy seguro de que eso marcó su vida para siempre, pero es un hombre generoso, cálido y humano.
El deporte fue también muy importante en su juventud, incluso llegó a tener la posibilidad de dedicarse al baloncesto de manera profesional.
No estoy muy seguro de que hubiera hecho carrera en el baloncesto, eran más delirios de grandeza por mi parte. En realidad, ahora creo que era demasiado bajito y delgado. Y encima sufrí una fuerte mononucleosis que me dejó durante meses en cama. Por eso tomé clases de interpretación. Sentía que ese virus en mi interior podía destruirme en cualquier momento y eso me atenazaba continuamente. Decidí tomar en cierto modo el control de mi cuerpo.
¿Qué pensaron sus padres sobre su deseo de llegar a ser actor?
Me apoyaron, pero estoy seguro de que cuchicheaban por la espalda: "!Está loco! Humphrey Bogart es un actor, pero ¿Andy? En las películas de Bogart hay como otros 50 tíos alrededor. Quizá él pueda ser uno de esos" (ríe). Dos de mis hijas son actrices y han crecido en la industria, así que saben de qué va. Pero en mi entorno nadie tenía ni idea de este mundo. Era un idealista y estaba muy solo en ese aspecto, pero no he cambiado mucho desde entonces. Sigo siendo un romántico, qué puedo decir. Supongo que está en mi subconsciente por lo que viví en mi familia. Tengo los mismos intereses, los mismos amigos y los mismos sueños que entonces. Aunque he cumplido muchos de ellos, sigo soñando.
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