DANIEL G. APARICIO
- El 16 de octubre se estrena Marte (The Martian), aventura espacial protagonizada por Matt Damon que gira en torno a la exploración del planeta rojo.
- El astronauta español Pedro Duque señala cuáles son los puntos más realistas de la película y cuáles sus mayores licencias creativas.
- Los expertos del Centro de Astrobiología (CAB) explican por qué el planeta Marte es tan importante y qué es lo que se espera encontrar allí.
Durante una misión tripulada a Marte, una feroz tormenta de arena obliga un grupo de astronautas a abandonar el planeta. Atrás queda Mark Watney, a quien sus compañeros han dado por muerto. Sin embargo, Watney ha sobrevivido y se encuentra atrapado y solo en el planeta hostil. Con tan sólo unos escasos suministros, debe recurrir a su ingenio, agudeza y espíritu para subsistir y encontrar una manera de enviar a la Tierra una señal de que está vivo.
Así comienza Marte (The Martian), aventura espacial protagonizada por Matt Damon que vuelve a poner el foco en el fascinante planeta rojo sólo unas semanas después de que la NASA confirmase la existencia de corrientes de agua líquida en la superficie actual de Marte. De hecho, no son pocos los que sospechan que dicho anuncio se ha realizado precisamente ahora para ayudar a promocionar la película, sobre todo después de saberse que Ridley Scott, director de la cinta, contó con asesoramiento de la agencia espacial estadounidense durante el rodaje.
La NASA lo ha negado rotundamente, y lo cierto es que a la película no le hace falta más publicidad que la que ya le están dando las buenas críticas de la prensa especializada, que alaba, entre otras cosas, el realismo con el que se muestra esta epopeya marciana. El astronauta español Pedro Duque resaltaba hace poco eso mismo en un encuentro con periodistas en el Centro de Astrobiología (CAB), centro que se dedica a investigar los orígenes de la vida y evolución del universo.
"Todo lo relacionado con la duración de los viajes es cierto. Con las tecnologías actuales se tardaría muchísimo en llegar a Marte. Sería casi un año de ida y otro de vuelta", comenta Pedro Duque.
Aunque lo que más destaca es "lo bien que está reflejada la relación entre los miembros de la tripulación". "Es algo que también pasa en la EEI. Se requiere gente de convivencia fácil. Además, tenemos nuestras bromas el humor es importante, tiene que haber al menos un 30% de gente con mucho sentido del humor y surgen debates como la necesidad de decirle o no a un astronauta en el espacio que acaba de morir su madre. La gerencia de la NASA también está muy bien reproducida. Cuando vemos esas cosas en la película, nos sacan una sonrisa, porque son cosas que hemos vivido", relata el astronauta.
Otro punto muy realista de la película fácil de alcanzar puesto que ya hay mucha información e imágenes de Marte es el aspecto de la superficie del planeta, rojiza, seca, rocosa y con dunas. Pedro Duque señala además lo bien que se muestra en determinados momentos la ingravidez, "el astronauta flotando entre tuercas y tornillos".
Entre la ficción y la realidad
Sin embargo, también existen ciertas diferencias con la realidad actual, como la nave del protagonista, "un poco demasiado lujosa y con un gimnasio mucho más sofisticado que los que hay ahora mismo". La mayor licencia creativa, que también existe en el libro en el que se basa el largometraje, es que la historia está "construida imaginando que la atmósfera de Marte fuese más densa".
En esta idea insiste Javier Gómez Elvira, exdirector del CAB y máximo responsable de REMS, la primera estación meteorológica de Marte. "La tormenta de arena que da inicio a la trama en realidad es imposible ya que, por la diferente densidad, vientos que en la Tierra tirarían a un humano al suelo, en Marte no son más que una ligera brisa", cuenta el experto.
Además, el traje de los astronautas es mucho más fino de lo que debería para protegerse de la radiación. "La radiación ultravioleta en Marte es muy elevada, por lo que sería muy peligroso para un hombre pasar más de seis meses allí. Incluso durante el viaje habría que estar bien protegido, por lo que harían falta naves, cápsulas y trajes que protejan de la radiación. Para tratar de solucionar este problema, ya se está trabajando en el desarrollo de un blindaje magnético", señala Gómez-Elvira.
"Está muy bien reflejado el problema de las comunicaciones, los entre diez y veinte minutos de retardo que existen entre la Tierra y Marte. Ese es un problema irresoluble, ya que la velocidad de la luz es una constante", explica el ingeniero, quien señala además que Marte se pasa un mes al año completamente separado de la Tierra, cuando los planetas se encuentran separados por el Sol.
El realismo de Marte (The Martian) también queda de relieve en la importancia que se le da a la autosuficiencia. "Habrá que aprender a utilizar los recursos in situ. La solución no es llevar agua para cuatro años sino crear un sistema para obtener agua, de los asteroides por ejemplo, que se sabe que tienen mucha. Por otro lado, ya hay en marcha un experimento que busca obtener oxígeno del CO2; y tenemos que aprender cómo plantar y alimentar a los astronautas allí", dice el experto, quien afirma que aún hay tiempo para aprender todo esto, ya que se estima que el primer viaje a Marte no será hasta 2030 o 2040.
"No hay una barrera insolventable. No hay ninguna cosa que nos bloquee tecnológicamente, sólo es cuestión de tiempo y dinero", indica. Sobre Mars One, el renqueante proyecto privado para establecer la primer colonia permanente de humanos en Marte, Gómez-Elvira considera que "es irreal, pero ha hecho algo bueno: atraer la atención de los medios y de la gente sobre la exploración de Marte".
La importancia de Marte
Este creciente interés por Marte no es gratuito, hay muchos motivos para poner el ojo en el planeta vecino. El planeta está en el límite de la zona de habitabilidad, ni muy lejos ni muy cerca del Sol, y no es muy grande y tampoco muy pequeño. Además hay agua, y todas las formas de vida que conocemos están asociadas al agua. "Marte es un ejemplo de la posibilidad de existencia de microorganismos en otros planetas", asegura Gómez-Elvira, quien señala que lo más interesante se encuentra bajo Tierra. "Lo que hubo en el pasado puede quedar en el subsuelo", indica.
"En la Tierra no hay sitios como Marte pero sí lugares parecidos. La Antártida, por ejemplo, que es un lugar seco y muy frío en el que se ha desarrollado vida", cuenta Gómez-Elvira. "Río Tinto, en Huelva, es un análogo parcial de Marte. Ahí, en el subsuelo, a seiscientos metros bajo la superficie, hemos encontrado microorganismos que viven de hierro y agua. Algo así podría existir en Marte. En la superficie no puede existir nada debido a la radiación ultravioleta, pero pocos milímetros de suelo son suficientes para proteger vida de este tipo", asegura.
Formalmente, los microorganismos que podría haber en Marte "serían iguales a los de la Tierra, habrían evolucionado de forma diferente pero tendrían una base común, estarían basados en la química del carbono".
En el CAB, centro asociado al NASA Astrobiology Institute (NAI), se crean instrumentos tales como la estación meteorológica REMS, que desde 2012 analiza las características del medio ambiente marciano (analiza el polvo y su degradación, el viento...), o cápsulas que recrean las condiciones de Marte. "Los datos que aportan estos instrumentos nos permiten realizar hipótesis. Luego, con lo que mandas allí, lo compruebas. Además, estamos desarrollando una herramienta que detecta moléculas orgánicas. Vamos a buscar vida en Marte, y lo cierto es que los últimos datos son muy esperanzadores al respecto", explica el exdirector del centro.
A la hora de enviar instrumentos a Marte para comprobar las hipótesis, surge un debate que aún no se ha resulto. El criterio imperante es "no contaminar el planeta con microorganismos de la Tierra, que pueden afectar al planeta y además producir confusión en las lecturas y análisis que se hagan del mismo". Sin embargo, muchos expertos defienden que quizá lo idóneo sería precisamente eso, enviar microorganismos a Marte y ver si son capaces de adaptarse y cómo, ya que es muy probable que en nuestro planeta sucediera algo similar. "Cuando la Tierra se formó, parte de la materia orgánica que es esencial para nosotros pudo provenir del exterior, en meteoritos por ejemplo", reflexiona Gómez-Elvira.
En cuanto a la utilidad de invertir en la exploración de Marte, que ahora mismo no tiene ningún sentido comercial, el experto recuerda que la investigación espacial siempre ha sido clave para el progreso tecnológico industrial. "Ahora mismo es difícil saber para qué servirá, pero abre caminos. Los desarrollos para el espacio dan lugar a aplicaciones prácticas: la telefonía móvil, las resonancias magnéticas, el GPS... Imagina a un astronauta en Marte. Habría que desarrollar avanzadas técnicas médicas, analíticas y quirúrgicas, que funcionaran de forma remota. Seguramente eso supondría un tremendo avance para la telemedicina", vaticina.
Lo que está claro, según Pedro Duque, es que "viajaremos a Marte sin duda", y será pronto "si los Gobiernos se deciden a apoyar estas iniciativas". "La ciencia es el único método que tenemos para predecir cuál va a ser el futuro y la mejor manera de sacarle el máximo a las cosas", sentencia el astronauta.
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