domingo, 31 de agosto de 2014

¡INSÓLITO! Narcotraficantes colombianos se sometían a rituales de brujería para ser “invisibles” en aeropuertos de China

IMAGE 400x200 ¡INSÓLITO! Narcotraficantes colombianos se sometían a rituales de brujería para ser invisibles en aeropuertos de China

Les leía las cartas y les hacía baños a las llamadas ‘mulas’ que viajaban con droga a China. Predecía si serían o no detectados. Foto: El Tiempo



En una casa esquinera, con balcón colonial y anclada en el convulsionado centro de Bogotá, vive ‘la bruja Margarita’. Es una mujer con apariencia de enfermera, que viste bata y zapatos blancos y a quien se le atribuyen poderes sobrenaturales: adivinar el futuro.


Sus ritos, en medio de santos, velas, moños dorados y hasta una pequeña pileta, en donde prepara brebajes con extrañas plantas, eran el amuleto de una red narcotraficante que enviaba a personas con cocaína en el estómago a Hong Kong.


Durante cinco años, ‘Margarita’ entregó bebedizos y lanzó conjuros para que las llamadas ‘narcomulas’ fueran invisibles a los controles de la Policía y de cuatro países que recorrían en la travesía hasta llegar a China.


El nombre de esta mujer lo mencionaron los integrantes de la red. “Se dirigieron a la casa de ‘Margarita’ para hacerle varias consultas, como leer la mano y las cartas y así saber si podían viajar. ‘Margarita’ es una bruja que vive en el centro de Bogotá”, relató la fiscal ante un juez en Paloquemao. Lo hizo en la audiencia de la captura de Íngrid Sabel Jan Morales, de 21 años y quien para la Policía era el último eslabón de la red, conformada por una familia del Eje Cafetero.


En el expediente, que se abrió en el 2011 con las primeras capturas, aparece que la jefe de la banda era Cristina Morales (madre de Íngrid Sabel). Fue desenmascarada por alias el ‘Gordo’, un informante que decidió contarle a la Sijín de Bogotá su historia luego de que, en tres ocasiones sus viajes a China con 360 gramos de cocaína, se frustraron.


Contó que en una cafetería de la capital conoció a Cristina Morales de Jan, quien le propuso el ‘viajecito’ al continente asiático. Le aseguró que no sería detectado debido a los rituales de la ‘bruja Margarita’. “Le ofreció 20 millones de pesos y aceptó porque estaba sin trabajo (…). Sacó su pasaporte y viajó a Pereira, en donde le hicieron tragar 88 cápsulas de látex con cocaína”, relató la fiscal del caso.


Todo parecía ir bien. Regresó a Bogotá, donde la banda lo recibió para llevarlo a la consulta con la pitonisa. En la cita también estuvo otra ‘mula’, al que le decían el ‘Flaco’, y Sabel Jan, quien los acompañaría en el viaje hasta Hong Kong.


“Al ‘Flaco’ le dijo que le iría mal y que la solución era hacerse pasar como borracho. Le dio unos tragos de aguardiente para que hiciera gárgaras (…). A Sabel Jan le recetó un brebaje para los nervios”, contó el ‘Gordo’. Dijo que, por tiempo, ‘Margarita’ no alcanzó a predecirle su futuro.


Pese a eso, siguió su camino al aeropuerto El Dorado. Le devolvieron sus documentos y recibió instrucciones de en dónde reclamar sus tiquetes con varias escalas. La ruta era Bogotá-Lima (Perú); de allí a Sao Paulo (Brasil), luego a Emiratos Árabes, Bangkok (Tailandia) y por último a Hong Kong (China).


Sin embargo, contó el ‘Gordo’, no pasó los controles de Migración por una demanda por inasistencia alimentaria. Se devolvió a Pereira para descargarse. Allí le hicieron beber un laxante para que expulsara la droga.


El ‘Gordo’ lo intentó dos veces más, pero fracasó. Ahí comenzó su pesadilla. Las amenazas de muerte para que pagara 22 millones de pesos por los tiquetes perdidos y demás gastos lo llevaron a denunciar a la red.


Su testimonio permitió a las autoridades localizar a otras ‘narcomulas’, que contaron la misma historia, marcada por los conjuros de la ‘bruja Margarita’. Aunque su nombre aparece en el expediente, hasta ahora la Fiscalía no tiene un proceso formal en su contra.


Con las revelaciones hechas por la Fiscalía en la audiencia, EL TIEMPO contactó a la misteriosa adivina.


Su ubicación resultó fácil. Aunque no tiene anuncio visible, es tan conocida que solo bastó preguntar en las esquinas para dar con su casa. Tras casi tres horas de espera para una cita, se escuchó su voz: “¡El que sigue!”.


Antes de llegar al tercer piso estaban cuatro clientes. “Le puedo decir qué necesita con solo mirarle el iris de sus ojos, ¿o quiere que le lea las cartas?”, dijo.


El Tiempo


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