La imagen de un tren que llegaba hasta el andén iluminó el escenario. Una voz femenina anunció la parada de esta maquinaria en Caracas y advirtió: “el viaje no ha terminado. El viaje empieza”.
Primero como una sombra, y luego como un perfil, apareció reflejado en la pantalla led de 18 metros de ancho la imagen del cantante Ricardo Arjona recorriendo a dos ruedas un camino repleto de verde y allí, entre una ola de aplausos, como si hubiera traspasado la pantalla, el artista guatemalteco apareció, desde el suelo, en la tarima. Vestía una franela gris y un largo sweater negro y pedaleaba una bicicleta estática de tipo retro.
La cita de Arjona con el público caraqueño, celebrada la noche de ayer en el Poliedro de Caracas, se llevó a cabo sin contratiempos. Durante un poco más de dos horas, los fanáticos corearon y aplaudieron temas de toda la trayectoria de este artista, quien interpretó, por igual, sus canciones clásicas como Dime que no, hasta algunas de su más reciente disco, estrenado en 2014, titulado Viaje.
Ni los elevados costos de las entradas (que oscilaban entre 6.900 y 33.000 bolívares), ni la lluvia que empapó a la audiencia durante las colas de entrada fueron suficientes para impedir que la arena y las gradas del recinto colmaran su capacidad. Por el contrario, y acaso haciendo alusión a estos dos hechos, el artista dedicó su primera intervención de la noche a decir: “Para nadie ha sido fácil estar aquí” a lo que sumó la promesa de entregar “lo poco que queda de este servidor” al público que había hecho el esfuerzo para acompañarlo.
La primera canción que interpretó en este concierto, que integra su gira Viaje Tour, fue A la luna en bicicleta, para seguir con su ya famosa El problema. El escenario, que compartía con ocho músicos y una corista, estaba decorado con escenografía que hacía alusión a la idea de tránsito, como maletas, faros de luz, bancos de espera y hasta, de momentos, vagones. Además, para sus temas más representativos utilizaba objetos especiales, como ocurrió con su canción Historia de un taxi, en la que apareció sentado sobre un automóvil rotulado, como ya ha hecho en sus anteriores visitas al país.
La emoción del público femenino se hizo sentir durante la interpretación de Desnuda, en la que un sostén rojo voló hacia las manos de Arjona. Otro episodio estuvo vinculado con la canción Señora de las cuatro décadas. En este caso, el cantante pidió que una mujer de cuarenta años lo acompañara en el escenario. Cuando se dispuso a hacer la selección, notó que, en las gradas superiores, alguien alzaba una gigantografía de su cédula de identidad en la que, además, informaba: “vine sola y no soy tímida. Dime que sí”. Gloria, como se presentó, fue la elegida de la noche y terminó sentada sobre las piernas del cantante en las últimas estrofas.
Arjona no escatimó en guiños con el público venezolano y, como parte de esto, presentó a una guitarrista tachirense de 18 años, llamada Majo, y saludó a la modelo Norelys Rodríguez.
Entusiasmado, el artista abrió una ronda de solicitudes de temas en acústico y, tras complacer a varios de los asistentes, cerró la jornada con su canción Mujeres, como acostumbra. La voz femenina y la imagen del tren marcaron, ahora, el fin de este viaje de música en un Poliedro que estalló en aplausos.
EU
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