La XXXVII Reunión del Tratado Antártico fue inaugurada en Brasilia con una manifiesta "preocupación" por el aumento de la actividad turística en el continente blanco y su posible impacto sobre ese delicado ecosistema
La XXXVII Reunión del Tratado Antártico fue inaugurada en Brasilia con una manifiesta "preocupación" por el aumento de la actividad turística en el continente blanco y su posible impacto sobre ese delicado ecosistema. En la reunión, a la que asisten delegaciones de 50 países y que se celebrará a puerta cerrada hasta el próximo 7 de mayo, serán debatidas iniciativas para la preservación y la cooperación desde los aspectos político, de medio ambiente y operacional. El contralmirante Marcos Silva Rodrigues, secretario de la Comisión para los Recursos del Mar de la Marina brasileña, explicó en rueda de prensa que "las cuestiones sobre medio ambiente tendrán un interés particular, debido a la propia fragilidad del ecosistema antártico". El militar admitió que existe "cierta preocupación con el impacto que pueda tener la mayor actividad turística", pues la Antártida es un destino cada vez más ofrecido por cruceros y aviones de turismo. El director de Medio Ambiente de la cancillería brasileña, José Raphael Mendes, explicó que esas preocupaciones no pasan por una zona específica del continente, sino por su totalidad. "La idea es que existan normas generales que se apliquen en toda la Antártida", indicó. No obstante, aclaró que las decisiones que puedan adoptarse en Brasilia supondrán una suerte de "código de conducta" no vinculante, aunque apoyarían una futura discusión, en la que incluso se podría optar por limitar el turismo en esa región. El Tratado Antártico, que cuenta con respaldo de 50 países, fue firmado en 1959 por Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Francia, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, Sudáfrica, la extinta Unión Soviética, el Reino Unido y Estados Unidos. Entró en vigor en 1961 y tiene como principal meta preservar a la Antártida como una zona desmilitarizada, reservada exclusivamente para la investigación científica y en la que se prohíbe expresamente la explotación de recursos naturales. Las conferencias del tratado se celebraron cada dos años entre 1961 y 1994, cuando pasaron a ser anuales. En el continente blanco son realizadas experiencias científicas volcadas al medio ambiente, pero también otras dirigidas a mejorar hasta la productividad en el campo. Ese es el caso de Brasil, que, según dijeron a Efe fuentes de la conferencia, entre los proyectos que desarrolla en la Antártica destaca el de una variedad de caña de azúcar modificada genéticamente para ser más resistente a las heladas. El azúcar es uno de los principales productos de la agricultura brasileña y la caña es usada incluso para la elaboración del etanol, biocombustible que tiene a Brasil entre sus pioneros. En la Antártida, científicos brasileños esperan desarrollar una variedad de caña que permita ampliar los cultivos en el sur del país y preservarlos durante el invierno, que en esa región es riguroso, aunque sin llegar a los extremos del continente blanco. Esos y otros experimentos son adelantados en zonas antárticas de deshielo, cercanas a la base argentina Teniente Cámara. La estación que Brasil mantenía en ese continente fue totalmente destruida por un incendio ocurrido en febrero de 2012, que costó la vida de dos personas. Sin embargo, a pesar de la pérdida de la base, los científicos brasileños han proseguido con sus investigaciones en la Antártida en unos módulos provisionales propios y con apoyo de las estaciones de Argentina y Chile. La estación brasileña será reconstruida en la misma zona que ocupaba en la isla Rey George, donde operan también Argentina, Chile, China y Rusia, entre otros países. Las autoridades prevén que la nueva estación costará unos 60 millones de dólares, según dijo hoy el almirante Julio Soares de Moura Neto, comandante de la Marina de Brasil. De acuerdo al proyecto, las instalaciones tendrán 4.500 metros cuadrados, capacidad para alojar a 64 personas y serán inauguradas durante el verano austral de 2016. Brasil, como anfitrión de la conferencia, aprovechará la ocasión para presentar los planes para la recuperación de su estación en la Antártida, en la que está presente desde 1984, cuando inauguró la base incendiada hace dos años.
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