domingo, 20 de marzo de 2016

Erika Lust: "El porno se había centrado en la parte más sucia, dejando fuera las emociones"

ISRA ÁLVAREZ

Erika Lust

"Yo lo llamo cine independiente adulto, que es lo que es realmente", explica Erika Lust sobre el trabajo que hace. Esta directora sueca afincada en Barcelona hace una pornografía donde las emociones y el morbo tienen un gran peso, además de la pura práctica del sexo.

Usuarios anónimos de xconfessions le envían sus relatos sexuales y ella los rueda, dejando de lado el hacer tradicional de la industria del porno, e invirtiendo tiempo y recursos en sus cortos.

¿Para qué sirve una película de Erika Lust?
Para disfrutar, para pasarlo bien, para tener placer, para inspirarse, para conectar con tu ser erótico... la idea de mi cine es hacer un retrato positivo de la sexualidad. Sentí que eso faltaba. Cuando empecé a analizar las imágenes sexuales que teníamos a nuestros alrededor vi que la pornografía se había centrado en la parte más oscura, más sucia, con la pura técnica del sexo. Se habían dejado fuera las emociones, que son fundamentales en la sexualidad.

Pero no siempre fue así...
En los inicios de la pornografía, en los 60 y 70, cuando el género surgió de forma masiva, las películas tenían más que ver con el cine, con las emociones. Eran películas más narrativas, interesadas en personajes y situaciones. En los 80 y 90 y en adelante la pornografía se quedó en pura técnica, dominada por un grupo de hombres de mediana edad, blancos. Ellos compraron cámaras de vídeo y comenzaron a grabar sexo, pero no tenía nada que ver con la sexualidad. Sólo era una cuestión de producto y de dinero y de amasar cuánto más mejor en el menor tiempo posible.

Había un vacío y usted lo vio ¿es así?
El cine comercial evita el sexo. Es la clásica escena: se meten debajo de las sábanas, fundido a negro y ya es el día siguiente. En el género independiente sí se retrata el sexo, pero normalmente no desde una perspectiva positiva, sino con el lado oscuro de la sexualidad, con un sexo complejo. Yo quería hacer un hueco para la gente que quiere pasar un buen rato, disfrutar del erotismo, coger ideas, relacionarse con las historias que yo estoy contando. Veo un potencial enorme en la pornografía que no se ha explotado lo suficiente. Sí, puede ser simplemente un medio donde hay sexo explícito, pero tú lo puedes llenar con valores, contenido y estética.

¿Su cine se consume de forma diferente al porno convencional?
Es difícil de decir. Al fin y al cabo hacemos un uso particular del porno. Pero sí se puede decir que tengo un público de pareja, de hombres que dicen que querían ver porno con su mujer que y era catastrófico porque a ellas no les gustaba y han encontrado en mis películas una forma de conectar.

 ¿Hay algo de biográfico en sus historias?
En todas las obras de cualquier artista hay emociones, situaciones, descripciones que vienen de lo que tú has vivido. Pero son cosas mezcladas después con otras historias. No son mis experiencias, pero sí aporto emociones mías.

¿Hay alguna confesión suya?
No. Mis películas anteriores son historias que yo inventé, pero esto es un proyecto colaborativo, es la audiencia la que lo escribe y en eso me baso para hacer mi trabajo, me reservo una libertad creativa.

¿Cuáles son las trabas que se encuentra?
Es cine independiente y no puedo hacer cualquier cosa, tengo que ceñirme a mis posibilidades. Rodamos una historia sobre una pareja que tenía sexo en el coche. Ese coche es mi coche (risas) hay elementos de mi vida que sí van entrando.

¿Recuerda la primera vez que vio porno?
Sí, tenía once o doce años y una niña de mi clase organizó una fiesta de pijamas y allí ella sacó un VHS que había encontrado entre las cosas de su padre. Y lo vimos el grupo de chicas y nos pareció ridículo. Era de lo más curioso que habíamos visto. Recuerdo que no me pareció excitante. Sólo queríamos ver cómo funcionaba eso del sexo.

Querían algo que les enseñara cómo se hace...
Sí, la pornografía es un elemento al que los jóvenes recurren, van a internet, ven una escena de porno convencional y piensan que el sexo funciona así. Es muy importante que los adultos nos atrevamos a dialogar con las generaciones más jóvenes sobre eso.

¿Ya ha tenido esa charla con sus hijas?
En nuestra casa hablamos abiertamente sobre sexualidad, no es algo que evitemos. Con niños a veces este tema surge. En clase los mayores les hablan y les cuentan cosas y sienten curiosidad. Mi hija mayor, con ocho años sabe que el sexo es lo que se hace para tener hijos y también entiende que es algo que gusta hacer como cariño entre adultos.

¿Sabe el trabajo que hace?
Ella lo que ve es que yo hago cine, que cuento historias. No ha visto nada explícito, pero sabe que en esas historias hay gente desnuda que se besa. Las tomamos con naturalidad, hay que acompañarles en ese proceso.
Cuando los niños llegan a una edad en la que por ejemplo se descubren los genitales y se tocan y si en lugar de explicarle que eso no debe hacerlo delante de otras personas, que quizá es mejor en privado le decimos que eso es feo, que no se toque comienza a percibir eso como un tabú y lo entienden como algo negativo. Hay que ayudarles a entender que el sexo es una cosa que nos hace sentir bien. El sexo es la razón por la que estamos aquí. La vida comienza con sexo.

¿Cómo se toma la gente nueva que conoce cuando le explica su trabajo?
A veces es cansado y quieres hablar de cosas diferentes, porque es tu trabajo. Pero para la gente es nuevo y abren los ojos como platos y están súperinteresados y quieren saberlo todo y eso me hace ilusionarme porque es algo importante, libera a la gente, dejan de sentirse tan agobiados y escandalizados. Y es importante hablarles de que existe una alternativa a la pornografía convencional.

¿Hay alguna práctica sexual que aún le sorprenda?
Siempre hay gente que te cuenta historias nuevas. El otro día alguien me contaba que tenía una obsesión por seducir a taxistas y nunca lo había oído. La creatividad sobre sexualidad de las personas no tiene límites.

¿Por qué Lust (lujuria)?
Es el nombre que elegí cuando comencé mi carrera. Así llamé a la productora porque la palabra Lust tiene mucha fuerza en muchos idiomas. No sólo es lujuria, explica las ganas enormes de hacer algo.

¿Cómo se lleva con el resto de la industria?
No creo que forme parte de la industria del porno. Yo veo el sector adulto muy cerrado, ha evolucionado muy poco. Ahora están empezando a verse cambios, porque es un sector que pasó una gran crisis con la llegada de Internet y el vídeo online.

Y en un mundo de contenidos gratis, ¿dónde está el negocio del cine para adultos?
Mi negocio es hacer un producto singular, especial, que no tiene mucha competencia y mi audiencia lo considera interesante y no tiene problemas en invertir un poco de dinero para comprar una película. En la industria más convencional, el negocio es básicamente vender publicidad, de fármacos o de lo que sea.

Los productores tradicionales no creyeron en su idea...
Muchos se reían, no creían nada en este proyecto. Muchos pensaban que lo que yo estaba haciendo era ridículo, porque ellos hacían buen porno y no hacía falta ninguna alternativa, ni un proyecto que incluyera a las mujeres, porque las mujeres no iban a comprar nada que tuviera que tener con sexo. Ahora deben estar bastante sorprendidos.

¿Se puede vivir de esto?
Tenemos una buena oficina y somos unas quince personas trabajando. Hay una estructura viable económicamente que se va financiando a sí misma. Los miembros del site (xconfessions.com) pagan por las películas y con ese dinero se ruedan nuevas películas. No tenemos deudas con el banco, es una empresa sostenible.

¿Cómo son las confesiones que le mandan?
Vienen de todo el mundo y aunque a veces hay tendencias, hay muchas historias diferentes y muy creativas y gente que escribe muy bien, que han pensado en el formato. Muchas tienen referencias culturales, tecnológicas, con entornos cercanos a la vida moderna.

¿La realidad supera la ficción?
Eso es realmente así.

¿Ha tenido opiniones de usuarios cuyas confesiones ha rodado?
Sí y les hace mucha, mucha gracia. Es el sueño de mucha gente: crear erotismo. Cuando le comunicamos a alguien que su confesión ha sido elegida comienzan a sentir la responsabilidad y empiezan a hacer pequeños cambios para mejorarlo, a cambiar nombres para que no se les reconozca...

¿Alguna vez participa en el rodaje la persona que hace la confesión?
Ha pasado dos veces que sepamos. Hay una actriz, Amber Nevada, que ha escrito una confesión que después ha rodado y que estaba muy bien. Y hay una pareja cuya confesión era que querían sentir cómo era hacer porno y lo grabamos. Después han hecho algunas cosas más.

¿Cómo es el proceso de rodaje de una película de Erika Lust?
Es un proceso relativamente largo. Empieza con el envío por parte de gente anónima de confesiones, que son aventuras, fantasías, ideas, a mi site online (xconfessions.com). Los leo todos y cada mes elijo dos confesiones y empiezo a pensar qué puedo hacer con ellas, cómo las puedo convertir en guiones, quiénes podrían ser los actores perfectos, qué localización podría ser bonita y de ahí se construye el proyecto.

No parece el patrón normal en el porno...
Esto no es de ninguna manera de cómo se rueda pornografía hoy en día. Yo lo llamo cine independiente adulto, que es lo que es realmente.

¿Y qué viene después?
Cuando tenemos el guión, la localización y los actores comienza el trabajo del equipo, decidimos cómo lo queremos hacer. Somos unas 15 personas, la gran mayoría chicas, lo que es un gran avance cuando hablamos de cine en general y sobre todo cuando hablamos del género pornográfico, donde hay muy pocas mujeres activas en trabajos y funciones importantes.

Háblenos del rodaje.
Un día de rodaje comienza muy temprano por la mañana con la colocación del material en la localización. Los actores llegan, pasan por maquillaje y vestuario y a partir de ahí construimos la película escena a escena.

Es bastante igual que cualquier cualquier rodaje con la diferencia de que sí rodamos esta parte de sexo explícito que tiene que ser rodada con un poco más de delicadeza y el entendimiento de los actores y sus necesidades. La comunicación con ellos y con el equipo es fundamental. Antes de rodar nos sentamos un rato, hablamos sobre la escena, de cómo lo vamos a hacer y fijamos una pequeña coreografía, qué posiciones pueden funcionar... y hablamos sobre cómo son los personajes que ellos están interpretando y de qué manera están teniendo sexo estos personajes.

¿Es una de las diferencias principales con el porno convencional, que hay personajes?
Es una de las cosas que me dicen los actores. En un rodaje tradicional de porno no están interpretando a nadie. Sencillamente están como ellos mismos teniendo sexo con otra persona. No hay aspectos cinematográficos, no se piensa en que haya una historia, unos personajes, unas emociones que tienes que vivir como actor.

¿Cómo elige a sus actores?
Para mí la química es muy importante y eso empieza ya en el cásting, donde tienes que emparejar a gente que se gusta. Hablo con los actores y les pregunto con quienes les gustaría trabajar, quiénes son sus compañeros preferidos.

¿Hay muchas anécdotas en un rodaje de cine para adultos?
Hay muchísimas. En una ocasión estábamos rodando en un local que pertenecía a dos socios, pero sólo habíamos hablado con uno de ellos, que no había informado al otro. Así que el segundo socio pasó por allí y preguntó qué estábamos haciendo y cuando supo que era porno nos quiso echar, hasta que supo que era una película mía. Acabó participando en el rodaje... de forma activa.

En sus películas hay muchos tipos de mujer, muchos físicos diferentes, pero los hombres parecen tener un perfil más homogéneo...
Intento buscar diversidad entre los actores lo más que puedo, porque tengo un público que me lo pide, que hay demasiados hombres jóvenes, blancos, guapos... que quieren ver hombres con otros aspectos. Y me piden mujeres que no son todas delgadísimas con pechos enormes.

Quieren personas como cualquiera de ellos. Lo que pasa es que no es tan fácil de encontrar. Los actores que están activos en este trabajo hoy en día se parecen mucho entre ellos. Intento buscar personas atractivas aunque no tengan la belleza estándar de los medios de masas. Hay que romper con esos cuerpos tan perfectos y ver las imperfecciones como algo interesante, que nos enriquece.












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